La traviesa ranita y su festín



Había una vez, en un hermoso estanque lleno de flores y pajaritos, una ranita llamada Rita. Rita era muy traviesa y siempre tenía mucha hambre. Un día decidió que iba a comer muchas cosas ricas para crecer fuerte y saltar alto.

Un lunes, Rita se despertó con el estómago rugiendo. "¡Qué hambre tengo!"- dijo mientras miraba alrededor. Vio a un grupo de deliciosas moscas volando justo frente a su nariz. "¡Hoy es un buen día para un banquete!"- pensó.

Rita saltó hasta la primera mosca. "¡Una mosca, yum!"-

Pero no se detuvo ahí... ¡Tenía tantas ganas de comer!

El martes, encontró dos moscas más. "¡Mmm, dos moscas, qué delicia!"- y comió las dos de un solo salto.

El miércoles, encontró tres pequeñas hormigas. "¡Tres hormiguitas!"- gritó entusiasmada. "¡Delicioso!"- Y se las comió rápidamente.

Al día siguiente, era jueves, y Rita decidió que quería un poco más. Encontró cuatro sabrosos saltamontes saltando por la hierba. "¡Cuatro saltamontes!"-

Rita estaba tan contenta, que hizo un baile de alegría antes de devorarlos.

El viernes, Rita vio cinco coloridos gusanitos que salían a tomar el sol. "¡Cinco gusanitos!"- exclamó. "¡Qué feliz soy!"- y se los comió reguero.

El sábado, Rita sabía que había que seguir sumando. Encontró seis riquísimas flores de loto. "¡Seis flores!"- chirrió. "¡Voy a comer flores!"- Y se las comió una por una.

Finalmente llegó el domingo, y su estómago estaba más grande de lo que nunca había estado. Rita se miró en el reflejo del estanque y notó que estaba un poco más pesada. "¡Pero qué bien me siento!"- pensaba mientras miraba las cosas que había comido durante la semana.

Sin embargo, lo que no sabía era que había comido demasiado. Al intentar dar un salto, no logró alcanzar la orilla del estanque. "¡Ay! Mi barriguita... ¡no puedo saltar!"- gritó asustada.

Rita pasó la tarde intentando saltar, pero era difícil. Entonces, se acercó a su amiga la tortuga Tita.

"Tita, no puedo saltar, estoy demasiado llena",- se quejó.

"Rita, tienes que aprender a no comer tanto de una vez. Proba comer un poquito cada día, así no te sentirás pesada como hoy"- le aconsejó Tita con voz suave.

Rita entendió que debía ser más cuidadosa. "Debo contar lo que como, para no sobrecargar mi pancita"- pensó, recordando las comidas de cada día.

Así que desde esa tarde, Rita decidió hacer algo diferente. En lugar de comer todo de una vez, comenzó a elegir un alimento cada día. Al siguiente lunes, sólo comió una mosca y se sintió ligera y feliz. El martes, se disfrutó de dos moscas. El miércoles, tres hormigas. ¡Y así fue creciendo y saltando más alto!

Con el tiempo, Rita aprendió a contar sus comidas, a no comer más de lo que debía y, sobre todo, a saborear cada bocado.

Los días pasaban y Rita se sentía más fuerte y feliz que nunca, y podía saltar al otro lado del estanque para jugar con sus amigos. Todos disfrutaban de su compañía, que ahora era más saltarina que nunca.

"¡Miren cómo salto ahora!"- gritaba cada vez que lograba alcanzar alturas increíbles.

Sus amigos la aplaudían y le decían que era la ranita más traviesa y saltarina del estanque. Rita, con una sonrisa, siempre les decía: "Recuerden, amigos, ¡es divertido contar y comer!"-

Y así, la ranita Rita había aprendido una importante lección sobre la moderación y el conteo. Desde aquel día, siempre gritaba con alegría: "¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis! ¡Hasta me siento feliz y saltando por el estanque!"-

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

**Moraleja:** A veces es mejor disfrutar de las cosas poco a poco; contar lo que comes puede ser muy divertido y saludable. ¡Nunca hay que olvidar que las cosas ricas saben mejor si no te pasas! Cada número cuenta una historia muy sabrosa.

FIN.

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