La Turtuga y el Puerco Espín
Érase una vez en un colorido bosque, donde los árboles susurraban y los pájaros cantaban, vivía una tortuga llamada Tito y un puerco espín llamado Pipo. Aunque eran los mejores amigos del mundo, había un pequeño problema: Tito era blando y suave, mientras que Pipo era espinoso y lleno de púas. Por lo tanto, no podían abrazarse como lo hacían otros amigos en el bosque.
Un día, mientras paseaban por el bosque, Tito dijo:
"Pipo, desearía poder abrazarte como hacen los otros amigos. Te quiero mucho, pero estoy un poco triste por no poder hacerlo."
Pipo miró a su amigo y le respondió:
"Yo también quiero que podamos abrazarnos, Tito. Pero mis espinas son muy puntiagudas. No quiero lastimarte."
Tito pensó un momento y dijo:
"Quizás podamos encontrar una manera creativa de abrazarnos. Pensá en algo."
Así que, se sentaron bajo un gran árbol y comenzaron a pensar. Mientras discutían, una curiosa ardilla llamada Susi se acercó.
"¿Qué les pasa, amigos? Se los ve tristes."
Tito le explicó la situación, y Susi, siempre inventiva, sugirió:
"¿Por qué no intentan un saludo especial? Pueden hacer un abrazo simbólico. ¿Qué tal si se hacen un lazo con una cinta?"
Ambos amigos se miraron emocionados. Tito exclamó:
"¡Eso suena genial, Susi! Pero, ¿dónde conseguimos una cinta?"
Susi se rió y dijo:
"Por allá hay una flor que se asemeja a un listón; podemos usar sus pétalos para crear una cinta."
Los tres amigos se aventuraron hasta llegar a una hermosísima flor que tenía pétalos largos y suaves. Con cuidado, Tito y Pipo recolectaron algunos pétalos, y juntos les hicieron un nudo que formaba una especie de lazo.
"Ahora, cuando quieras darme un abrazo, simplemente tomá los extremos de la cinta, la atás y yo haré lo mismo. ¡Así tendremos nuestro abrazo especial!" propuso Pipo entusiasmado.
Tito asintió con alegría y dijo:
"Esto es perfecto. ¡Vamos a probarlo!"
Así que, mientras Susi observaba con una sonrisa, Tito y Pipo se acercaron uno al otro. Tito tomó un extremo de la cinta con su pata, y Pipo hizo lo mismo con sus espinas, creando un lindo abrazo con el lazo entre ellos.
"¡Mirá, Pipo! ¡Funciona!" gritó Tito emocionado.
Desde aquel día, cada vez que querían expresar su cariño, siempre se hacían su abrazo especial con la cinta. Para ambos, el lazo simbolizaba su amistad única, y lo compartían con alegría. Aprendieron que había muchas formas de mostrar amor y que, a veces, la situación nos obliga a ser creativos.
Un día, mientras daban un paseo, vieron que un grupo de animales se preparaba para una competencia. Había carreras de saltos, trepar árboles y nadar en un pequeño arroyo.
"¡Vamos a participar, Tito! Podríamos demostrar nuestra amistad en la carrera de obstáculos!" propuso Pipo.
"¡Sí! Pero, ¿cómo lo haremos si yo soy más lenta que vos?" respondió Tito, dudosa.
Pipo pensó varios minutos y se iluminó:
"¡Tendremos que ayudarnos! Podemos hacer un equipo. ¡Seremos la Turtuga Puerco Espín!"
"¡Eso suena emocionante!" dijo Tito con una sonrisa.
Así que se inscribieron y se pusieron de acuerdo en cómo superar los obstáculos. Mientras corrían, Pipo usaría sus espinas para escalar y ayudar a Tito a sortear los obstáculos, y Tito, con su caparazón, crearía escudos de protección para cubrir a Pipo de cualquier cosa peligrosa. La estrategia funcionó perfectamente, y juntos comenzaron a avanzar en la carrera.
Sin embargo, cuando estaban a punto de llegar a la meta, un gran tronco caído bloqueaba su camino. Tito, que era más ágil, le dijo a Pipo:
"¡Voy a saltar primero y te guiaré desde el otro lado! Una vez que saltes, yo te ayudaré a atravesar."
Pipo dudó un momento, pero vio la confianza en los ojos de Tito y decidió intentarlo. Tito tomó impulso y saltó exitosamente al otro lado. Luego, mientras Pipo tomaba impulso con sus patas, Tito le gritó:
"¡Vamos, Pipo! ¡Ya casi lo lográs!"
Con un salto espectacular, Pipo aterrizó al lado de Tito, y juntos corrieron rápidamente hacia la meta. ¡Ganaron el primer lugar! Los otros animales aplaudieron y vitorearon su esfuerzo y trabajo en equipo.
Después de la carrera, mientras descansaban bajo un árbol, Tito dijo:
"Nunca pensé que podríamos ser tan buenos en la carrera. Realmente somos un gran equipo."
Pipo sonrió y le respondió:
"Eso es porque trabajamos juntos. No importa si no podemos abrazarnos de la manera tradicional, siempre encontramos una forma de estar cerca."
Y así, Tito y Pipo aprendieron que la verdadera amistad no se mide por los abrazos físicos, sino por las acciones y el apoyo mutuo. Desde ese día, no solo disfrutaron de sus abrazos simbólicos, sino que también se convirtieron en un equipo inseparable, listos para enfrentar cualquier aventura que el bosque les ofreciera.
FIN.