La Última Noche de Navideño
Era la víspera de Navidad en el tranquilo pueblo de Lumina, donde siempre todo transcurría en paz y armonía. Sin embargo, este año había algo en el aire que lo hacía diferente. Las luces parpadeaban extrañamente y un misterioso silbido resonaba en la fría noche.
Sofía y Lucas, dos curiosos amigos de diez años, estaban decididos a descubrir la causa de estas extrañas sucesos.
"¿Escuchaste eso, Sofía? Suena como un silbido que viene del bosque", dijo Lucas apretando su linterna.
"Sí, y esas luces en el cielo... No se parecen a las estrellas ni a los fuegos artificiales. Tengo una sensación extraña", respondió Sofía, con un brillo de emoción en los ojos.
Ambos decidieron seguir el sonido, adentrándose en el bosque que bordeaba su pueblo. A medida que se acercaban, las luces también se hacían más brillantes y el silbido más fuerte.
Finalmente, llegaron a un claro iluminado, donde vieron un extraño objeto metálico en el suelo. Tenía forma de estrella y emitía un tenue resplandor.
"¿Qué será eso?", pregunta Lucas, mientras se acercaban cautelosamente.
"No lo sé, pero parece algo... de otro mundo", dijo Sofía, fascinada.
De repente, el objeto comenzó a vibrar y una figura emergió de él: un pequeño ser de aspecto extraño, con ojos grandes y brillantes.
"¡Hola, humanos! Soy Nube, un explorador de la galaxia Navidonia", dijo el ser con una voz melodiosa.
Sofía y Lucas se miraron atónitos.
"¿Navidonia? ¿De dónde queda eso?", preguntó Sofía.
"Está más allá de las estrellas, en una dimensión donde la Navidad nunca termina. Vine a buscar ayuda. Mi planeta está en peligro y solo ustedes pueden salvarlo", explicó Nube.
Intrigados, los niños preguntaron qué podían hacer.
"Algo está robando el espíritu navideño de mi hogar. Un monstruo llamado Melancoloso. Él se alimenta de la tristeza y la soledad. Necesito que me ayuden a invocar la alegría y la creatividad para enfrentarlo", añadió Nube, con seriedad.
Sofía y Lucas, motivados por la aventura, decidieron ayudar.
"¡Vamos a hacerlo!", exclamó Lucas.
"Sí, pero ¿cómo convocamos esa alegría?", se preguntó Sofía.
Nube les dio un mapa estelar y les explicó que debían recolectar tres cosas en la noche de Navidad: una risa genuina, un recuerdo especial y un regalo de amor. Lo harían en su pueblo, y luego regresarán al claro.
Los tres se separaron para hacer las tareas. Lucas fue a buscar una risa genuina, así que encontró a su hermana pequeña, que estaba haciendo su tradicional muñeco de nieve.
"¡Venite, Pati! Cuánto más rías, más magia habrá", le dijo.
Sofía decidió visitar a su abuela, quien siempre le contaba historias maravillosas. Al escuchar sobre la aventura, la abuela sonrió y compartió un hermoso recuerdo de su infancia sobre la Navidad, lleno de alegrías y risas.
Finalmente, Nube y los niños se reunieron en el claro.
"Trajiste la risa, Sofía; tengo el recuerdo. Ahora solo falta el regalo del amor", dijo Nube.
"Yo tengo un dibujo que hice para mi mamá, lleno de amor y risas", dijo Lucas con una chispa en los ojos.
Juntos colocaron esos tesoros mágicos en el centro del objeto brillante. Un torbellino de luz los envolvió y de pronto estaban en Navidonia. Allí, grandes y brillantes árboles decoraban el cielo estrellado, y había criaturas alegres riendo a su alrededor.
"¡Wow! ¡Estamos en Navidonia!", gritó Sofía, asombrada.
Sin embargo, pronto vieron que el monstruo Melancoloso estaba causando estragos, sumergiendo a los habitantes en tristeza.
"¡Debemos enfrentarlo!", exclamó Nube.
"¡Sí! ¡La alegría nos dará fuerza!", gritó Lucas.
Cuando el monstruo apareció, Nube, Sofía y Lucas se unieron, recordándole todas las risas, amores y bellos recuerdos que existían. Una luz resplandeciente emergió del centro de sus corazones, iluminando todo el bosque y ahuyentando al monstruo para siempre.
Finalmente, con el espíritu navideño restaurado, Nube les dio las gracias y les regaló a cada uno una estrella de Navidad.
"Nunca olviden que el poder de la alegría, el amor y la creatividad puede vencer cualquier oscuridad", les dijo Nube, con una sonrisa.
De vuelta en su hogar, Sofía y Lucas se besaron de ternura.
"Mañana será un día especial. ¡Tendremos un cuento mágico que contar!", afirmó Lucas.
Y así, ese año, el pueblo de Lumina celebró la Navidad con más alegría que nunca, sabiendo que la verdadera magia reside en los corazones de quienes comparten amor y risas.
Como cada Navidad, las luces brillaron más en la noche.
Pero dos amigos sabían que, en algún lugar entre las estrellas, un pequeño explorador seguía cuidando el espíritu de la Navidad.
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FIN.