La Unión contra la Corrupción


Había una vez un país llamado Argentilandia que había pasado por muchos años de dictadura y sufrimiento. Pero finalmente, después de mucho luchar, el pueblo logró recuperar su libertad y se estableció la democracia.

Los niños de ese país nunca habían conocido otra cosa que no fuera la democracia. Hablaban en sus clases sobre lo importante que era tener elecciones libres y justas, respetar los derechos humanos y vivir en paz.

Un día, llegó a la escuela un nuevo compañero llamado Tomás. Era un niño muy triste que venía de otro país donde todavía existía la dictadura. No entendía cómo era posible que aquí hubiera tanta libertad y felicidad.

- ¿Cómo es posible que ustedes sean tan felices? -preguntó Tomás con lágrimas en los ojos-. Yo no sé lo que es eso. Los niños se miraron entre sí sin saber qué decir.

Entonces, Martina levantó la mano y dijo:- Tomás, nosotros tenemos algo muy valioso aquí: la democracia. Eso significa que todos podemos expresarnos libremente, elegir a nuestros gobernantes y vivir en paz. Tomás no podía creerlo. Le parecía increíble que existiera un lugar así en el mundo.

Pero pronto descubrió algo más sorprendente aún. Un día, mientras jugaba con sus nuevos amigos en el parque del barrio, vio cómo unos ladrones intentaban robarle el bolso a una señora mayor.

Los niños corrieron hacia ellos para defenderla y lograron hacerlos huir. - ¿Por qué hicieron eso? -preguntó Tomás asombrado-. ¿No era peligroso? - Claro que sí -respondió Martina-. Pero aquí también tenemos algo muy importante: la solidaridad.

Nos ayudamos entre nosotros, nos cuidamos y defendemos a los más débiles. Tomás estaba cada vez más impresionado. No podía creer que existiera un lugar tan maravilloso en el mundo. Pero un día, algo inesperado sucedió.

Un grupo de políticos corruptos intentó hacer trampa en las elecciones para quedarse con el poder. Los niños se enteraron de esto y decidieron actuar. - Tenemos que hacer algo para evitarlo -dijo Tomás con determinación.

Los niños organizaron una campaña para denunciar la corrupción y movilizar a la gente para que no votara por esos políticos. Y lo lograron: gracias a su esfuerzo, los ciudadanos rechazaron a los corruptos y eligieron a gobernantes honestos y comprometidos con el bienestar del pueblo.

Tomás se dio cuenta entonces de que la democracia no era solo una palabra bonita, sino algo real que se construía todos los días con esfuerzo y compromiso.

Y decidió quedarse en Argentilandia, porque había encontrado finalmente un hogar donde podía ser feliz y libre como siempre había soñado. Y así fue como los niños aprendieron una lección muy valiosa: nunca hay que dar por sentada la democracia ni dejar de luchar por ella, porque siempre habrá quienes intenten arrebatárnosla si bajamos la guardia.

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