La Unión de Paloma y Pedrito
En un hermoso pueblo llamado Solcielo, donde todos los días brillaba el sol y las flores daban su mejor aroma, vivían dos amigos inseparables: Paloma, una hermosa paloma blanca, y Pedrito, un niño lleno de sueños y alegría. A pesar de su amistad, en el pueblo había una gran desigualdad. La gente discriminaba a Pedrito porque era diferente: siempre vestía un abrigo antiguo que su abuela le había regalado, y algunas veces no podía participar en los juegos porque no tenía juguetes nuevos.
Un día, mientras Paloma volaba por el cielo, vio a Pedrito sentado solo en un rincón del parque, con una mirada triste.
- ¿Por qué estás tan triste, Pedrito? - preguntó Paloma, posándose suavemente a su lado.
- Todos los chicos tienen juguetes nuevos y yo no puedo jugar con ellos - respondió Pedrito, mirando al suelo.
- Pero eso no debería importarte. Lo importante es la diversión y la amistad - dijo Paloma, tratando de animarlo.
Pedrito sonrió un poco, pero en su corazón aún sentía el peso de la injusticia. Sin embargo, Paloma tuvo una idea brillante.
- ¿Qué te parece si organizamos un gran juego en el parque? Ahí la gente podrá ver lo divertido que es compartir, sin importar si tenemos o no cosas nuevas - propuso Paloma con entusiasmo.
A Pedrito le encantó la idea, así que se pusieron manos a la obra. Volando por los tejados de Solcielo, Paloma fue a invitar a todos los niños del pueblo, mientras Pedrito hizo carteles coloridos para anunciar el gran evento: "¡El Juego de la Amistad!".
El día llegó, y los niños se reunieron en el parque. Al principio, algunos llegaron de manera reacia, pensando que el juego sería para aquellos con los mejores juguetes. Pero cuando vieron a Pedrito sonriendo y Paloma aterrizando con gran gracia, su curiosidad aumentó.
- ¡Hola chicos! - gritó Pedrito, necesitando captar su atención. - Hoy vamos a jugar todos juntos. Para eso no necesitamos más que ganas de divertirnos y la amistad.
Los niños se miraron entre sí. Un niño de la multitud, con un flamante juguete de última moda, fue el primero en hablar:
- ¿Pero qué vamos a hacer sin juguetes nuevos? - preguntó el niño, con más curiosidad que desdén.
- Vamos a crear nuestros propios juegos. ¡Podemos usar nuestra imaginación! - respondió Paloma, moviendo sus alas con alegría.
Entonces, empezaron a jugar al escondite, a la carrera de sacos, y hasta a imitar a los animales del bosque. Risas y voces llenaron el aire, y pronto todos se olvidaron de las diferencias. Lo que comenzó como un juego se convirtió en una fiesta, donde cada uno podía llevar un poco de lo que tenía, ya sean juguetes viejos, pelotas, o incluso su propia risa.
Sin embargo, cuando estaban todos disfrutando, un grupo de niños empezó a hacer comentarios despectivos nuevamente sobre Pedrito y su abrigo viejo. Paloma, viendo a su amigo visiblemente afectado, decidió intervenir.
- Esperen un momento - clamó Paloma. - ¿No ven? Pedrito está haciendo que todos se diviertan, y su abrigo es parte de quién es. Cuantas más historias tenemos, más rica es nuestra amistad. Aunque nos veamos diferentes, eso es lo que nos hace especiales. ¿Quién se anima a jugar a ser un pájaro? -
Los chicos, sorprendidos pero divertidos, comenzaron a corretear, imitando a Paloma. Al poco rato, todos se olvidaron de las diferencias que alguna vez parecieron tan importantes.
Más tarde, cuando el sol empezaba a esconderse, y el parque se llenaba de sombras, todos se sentaron en círculo.
- Nunca pensé que jugar sin juguetes nuevos podría ser tan divertido - murmuró el niño que había criticado a Pedrito al principio.
- Sí, es cierto - concordó otro niño. - Lo mejor fueron las risas y las historias que compartimos.
Finalmente, Paloma y Pedrito miraron a sus amigos y sonrieron.
- Vean, ¡hemos creado algo hermoso juntos! - dijo Pedrito, sintiendo el calor de la amistad en su corazón.
- Así es - agregó Paloma. - Al final, todos somos mucho más fuertes y felices cuando estamos juntos. Las diferencias son solo parte de lo que somos, ¡y eso es lo que hace nuestra unión tan especial! -
Y así, del parque de Solcielo brotó una nueva amistad basada en el respeto y la inclusión. Desde entonces, todos se esforzaron por invitar a Pedrito y a otros niños sin importar sus circunstancias, y así transformaron su mundo en un lugar más justo para todos.
De ese día en adelante, Paloma y Pedrito recordaron cómo un acto de unión y cariño puede desterrar la desigualdad y la discriminación, enseñando a todos que siempre hay lugar para la amistad en el corazón.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado, pero la unión y la amistad aseguran que la historia continúe.
FIN.