La uva que brilló por dentro



Había una vez en un hermoso viñedo, dos competencias muy importantes que se llevaban a cabo cada año: La Cosecha y la elección de la Reina y el Rey de la Vendimia.

En este lugar mágico, todos los frutos de la tierra cobraban vida y tenían sus propias personalidades. La Cosecha era una uva muy humilde y trabajadora. Siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.

Por otro lado, la Reina de la Vendimia era una uva muy presumida y vanidosa, que solo pensaba en sí misma. El Rey de la Vendimia, en cambio, era amable y generoso con todos los habitantes del viñedo.

Un año, durante las festividades de la vendimia, se celebraron ambas competencias como de costumbre. La Cosecha participó en el concurso para elegir al Rey y la Reina de la Vendimia, mientras que las uvas más bonitas y brillantes competían por el título.

El día del concurso llegó y todos estaban ansiosos por conocer a los ganadores. Las pruebas consistían en demostrar quién podía resistir más tiempo bajo el sol ardiente del viñedo recolectando racimos enteros.

Al final de las pruebas, La Cosecha resultó ser quien había recolectado más racimos sin descanso alguno.

Por otro lado, para sorpresa de muchos, ni la Reina ni el Rey electos fueron las uvas más bonitas; ¡sino aquellos que habían demostrado valores como solidaridad, esfuerzo y generosidad! La Cosecha fue nombrada Reina junto al Rey electo por su nobleza y dedicación hacia los demás habitantes del viñedo. Ambos recibieron coronas hechas con hojas doradas como símbolo de su liderazgo justo y bondadoso.

Desde ese día en adelante, La Cosecha reinó junto al Rey sobre el viñedo promoviendo valores como el trabajo en equipo, la ayuda mutua y el respeto hacia todos sus compañeros frutales.

Y así fue como La Cosecha demostró que no hace falta ser el fruto más vistoso para ser reconocido; lo importante verdaderamente radica en los valores internos que cada uno posee. Y colorín colorado este cuento sobre La Cosecha ha terminado.

FIN.

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