La vaca pizzera y sus amigos animales



Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, una vaca llamada Rosana. Era una vaca muy especial, tenía unas curvas muy pronunciadas y su leche era tan rica que todos los habitantes de la ciudad querían probarla.

Un día, mientras pastaba en el campo, Rosana se encontró con un grupo de animales del bosque: un conejo, un zorro y una ardilla. - ¡Hola Rosana! ¿Cómo estás? - preguntó el conejo.

- Estoy bien gracias, ¿y ustedes? - respondió ella amablemente. - Estamos preocupados por ti - dijo la ardilla -. Sabemos que mucha gente te quiere por tu leche, pero también sabemos que algunos quieren hacerte daño para obtenerla. Rosana se sorprendió al escuchar esto.

Nunca había pensado en ello antes. Pero después de reflexionar sobre lo que dijeron sus amigos del bosque, decidió tomar medidas para protegerse a sí misma y su valiosa leche.

Así fue como comenzó a entrenar todas las mañanas: corriendo por el campo y levantando pesas improvisadas con ramas y piedras. También aprendió artes marciales con un búfalo vecino para estar preparada ante cualquier ataque inesperado. Pero no todo era entrenamiento duro.

En sus ratos libres, Rosana disfrutaba ayudando a los demás animales del campo con tareas cotidianas como reagarrar frutas o arreglar nidos rotos.

Y aunque algunas veces sentía tristeza porque otros solo la veían como una fuente de leche rica y no podían apreciar su verdadera belleza interior, Rosana se sentía feliz con su vida y sabía que había encontrado un propósito más grande. Un día, mientras Rosana pastaba en la pradera, vio a una familia de patos que parecían estar perdidos.

Se acercó a ellos y les preguntó si necesitaban ayuda. - Sí por favor - dijo la mamá pato -. Estamos buscando nuestro hogar en el lago, pero nos hemos perdido en el camino.

Rosana decidió ayudarlos y los llevó a través del campo hasta el lago. La familia de patos estaba muy agradecida y le ofreció algo especial como muestra de gratitud: una pizza casera hecha con ingredientes frescos del bosque.

Rosana nunca había probado una pizza antes, pero quedó encantada al primer bocado. Les preguntó cómo la hicieron y los patos le enseñaron todos los pasos para hacerla desde cero.

A partir de ese momento, Rosana comenzó a hacer sus propias pizzas usando ingredientes locales frescos y compartiéndolas con sus amigos animales del campo. La noticia se extendió rápidamente sobre las deliciosas pizzas que hacía Rosana y pronto llegaron personas de toda la ciudad para probarlas.

Pero lo más importante es que Rosana encontró su verdadero talento: no solo era buena dando leche rica sino también haciendo las mejores pizzas del campo. Y así fue como Rosana aprendió que cada uno tiene habilidades únicas e importantes que pueden ser usadas para hacer felices a otros.

También aprendió que protegerse a sí misma es importante, pero no debe perderse de vista lo valioso que puede ser ayudar a los demás cuando sea necesario.

Desde entonces, todas las mañanas, Rosana se levantaba temprano para entrenar y luego pasaba el resto del día haciendo pizzas y ayudando a los demás animales del campo. Y todos eran felices de tenerla como amiga y vecina.

FIN.

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