La vaca que soñaba ser cebra


Había una vez en la tranquila granja "El Ranchito Alegre", una vaca llamada Luna. Luna era una vaca muy especial, le encantaba jugar y divertirse, pero no tenía amigos en la granja.

Los otros animales solían burlarse de ella porque su pelaje era blanco y negro, parecido al de una cebra. Un día, mientras Luna estaba triste y sola en un rincón del campo, llegó Luca, el perro más juguetón de toda la granja.

Luca se acercó a Luna con algo en la boca. Era una imagen de una cebra que había encontrado en un libro para niños. "¡Hola Luna! ¿Qué tal si jugamos a ser cebras hoy?" dijo Luca moviendo su cola emocionado.

Luna miró la imagen con curiosidad y luego sonrió tímidamente. Nunca había pensado en jugar a ser otra cosa que no fuera ella misma. "¿Cómo se juega a ser cebra?" preguntó Luna intrigada.

"Bueno, podemos correr como las cebras por el campo, saltar charcos imaginarios y hacer rayas blancas y negras con tiza en los árboles" respondió Luca entusiasmado. Luna se emocionó ante la idea de jugar de esa manera tan creativa y diferente.

Así que juntos comenzaron a correr por el campo imitando los movimientos elegantes de las cebras. Saltaban charcos invisibles riendo sin parar y dibujaban rayas blancas y negras en los troncos de los árboles.

Los demás animales de la granja observaban sorprendidos aquella escena tan divertida. Al principio algunos empezaron a reírse al ver a Luna actuando como una cebra, pero pronto se dieron cuenta del valor de su valentía para divertirse siendo quien realmente era.

Poco a poco, los otros animales se unieron al juego. El cerdo Rosendo pintaba rayas en su barriga regordeta mientras que las gallinas cacareaban contentas picoteando aquí y allá como si fueran pollitos recién nacidos.

Finalmente, hasta el gruñón toro Manolo decidió unirse al juego dejando salir su lado más tierno al decorar sus cuernos con flores silvestres del campo. Desde ese día, Luna ya no volvió a sentirse sola ni triste.

Había descubierto que la verdadera amistad no depende del aspecto físico o lo que digan los demás; sino de compartir momentos especiales junto a quienes te aceptan tal como eres.

Y así fue como Luna encontró amigos verdaderos gracias al ingenio y bondad del perro Luca quien le enseñó que siempre hay formas creativas e imaginativas para superar las adversidades y encontrar la felicidad siendo uno mismo.

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