La valentía de Carlota y sus amigos
Había una vez una zanahoria llamada Carlota que vivía en un huerto junto a sus amigos: el chanchito Bartolo y la gallina Carmela. Los tres eran muy buenos amigos y siempre se divertían juntos.
Un día, mientras jugaban al escondite, Carlota tropezó con una piedra y cayó rodando por una ladera. Al llegar al final, se encontró con un pequeño arroyo y no pudo evitar caer en él.
La corriente era fuerte y arrastró a Carlota lejos de sus amigos. Bartolo y Carmela buscaron desesperados a su amiga zanahoria por todo el huerto, pero no podían encontrarla en ningún lado. Estaban muy preocupados por ella. Decidieron ir más allá del huerto para buscarla.
Mientras tanto, la corriente llevaba a Carlota cada vez más lejos del huerto. Ella estaba asustada y triste porque pensaba que nunca volvería a ver a sus queridos amigos. De repente, escuchó un graznido familiar. Era Carmela volando sobre ella.
"¡Carlota! ¡Estamos aquí para salvarte!", gritó emocionada la gallina. Carlota se aferró a las plumas de Carmela mientras esta volaba hacia la orilla del arroyo donde esperaba Bartolo con ansias.
El chanchito extendió su pata para ayudarla a salir del agua. "¡Lo logramos! ¡Estás a salvo, Carlota!", exclamaron los dos amigos llenos de alegría. Regresaron al huerto donde todos los demás vegetales estaban esperando ansiosamente noticias sobre Carlota.
Cuando vieron que estaba a salvo, comenzaron a festejar y aplaudir. Pero entonces, Carlota notó algo extraño. Todos los vegetales estaban celebrando, pero no entendía por qué. "¿Por qué están festejando? ¿Acaso les alegra que haya estado en peligro?", preguntó confundida.
Los vegetales se miraron entre ellos antes de responder. La zanahoria Mirta tomó la palabra: "Carlota, no estamos festejando porque te hayas lastimado. Estamos felices porque has demostrado ser una zanahoria valiente y fuerte.
A pesar del accidente que sufriste, nunca dejaste de luchar y encontraste la manera de volver con nosotros". Carlota sonrió al escuchar estas palabras de aliento. Entendió que sus amigos no estaban celebrando su accidente, sino su coraje y determinación para superarlo.
Desde ese día, Carlota se convirtió en un ejemplo para todos los vegetales del huerto. Les enseñó que aunque las dificultades puedan aparecer en el camino, siempre es importante seguir adelante y encontrar soluciones.
Y así vivieron felices por siempre junto a la gallina Carmela y el chanchito Bartolo, recordando siempre la lección aprendida: nunca rendirse ante los obstáculos y celebrar el valor de cada uno. Fin
FIN.