La valentía de Carmencita
Había una vez en un pequeño pueblo, una gallinita muy curiosa y traviesa llamada Carmencita. A pesar de tener todo lo que necesitaba en casa, siempre se preguntaba qué habría más allá de los altos muros del corral.
Un día soleado, mientras las otras gallinas picoteaban el suelo en busca de gusanos, Carmencita decidió que era el momento de descubrirlo por sí misma. Con un salto ágil, logró escabullirse por debajo de la cerca y emprendió su aventura.
Al principio, todo parecía emocionante y nuevo para Carmencita. Corrió por prados verdes, revoloteó entre los árboles y cantó alegremente bajo el sol. Pero pronto se dio cuenta de que no todo era tan fácil como pensaba.
"¡Qué bonito es este lugar! ¡Estoy segura de que encontraré muchas cosas interesantes aquí!" -pensaba Carmencita mientras exploraba el bosque cercano. Sin embargo, al caer la noche y con el estómago vacío, comenzó a lamentar su decisión impulsiva.
El bosque oscuro le daba miedo y no sabía cómo volver a casa. "¿Dónde estarán mis amigas? ¡Me arrepiento tanto de haberme escapado!" -se dijo a sí misma con tristeza mientras buscaba desesperadamente una salida.
De repente, escuchó unos ruidos extraños provenientes detrás de unos arbustos. Con cautela se acercó y descubrió a un zorro hambriento acechando a un conejito indefenso.
Carmencita recordó las historias que su mamá le contaba sobre los peligros del mundo exterior y sin dudarlo dos veces, decidió intervenir para salvar al pobre animalito. Con valentía y astucia, ideó un plan para distraer al zorro y permitirle al conejito escapar sano y salvo.
El zorro quedó desconcertado ante la determinación de la gallinita desobediente e inesperadamente bondadosa. Después del rescate heroico, el conejito le mostró a Carmencita el camino de regreso a casa.
La gallinita aprendió una gran lección: la importancia de ser valiente pero también responsable; explorar está bien siempre que se tomen precauciones adecuadas. Al llegar al corral, sus compañeras gallinas la recibieron con alegría y alivio. Desde entonces, Carmencita nunca más volvió a pensar en escaparse sin permiso.
Valoraba demasiado su hogar seguro y cálido junto a sus seres queridos. Y así fue como la historia de la gallinita desobediente que un día se escapó terminó siendo una enseñanza sobre la importancia del cuidado propio y del prójimo.
FIN.