La valentía de Celia


Había una vez en un cuerpo humano llamado Tomás, una célula muy especial llamada Celia. Celia vivía en el corazón de Tomás y era la encargada de asegurarse de que todo funcionara correctamente en ese órgano tan importante.

Un día, mientras Celia estaba trabajando duro bombeando sangre por todo el cuerpo, se dio cuenta de que algo no andaba bien. Había una arteria obstruida y la sangre no fluía como debería.

Celia se puso nerviosa, pero sabía que debía actuar rápido para salvar a Tomás. Corrió a buscar ayuda y se encontró con sus amigas las células rojas, blancas y plaquetas. Les explicó la situación y entre todas idearon un plan para despejar la arteria obstruida.

Trabajaron juntas arduamente hasta lograr su cometido, permitiendo así que la sangre fluyera nuevamente sin problemas. Tomás comenzó a sentirse mejor gracias al esfuerzo conjunto de Celia y sus amigas células.

Estaba muy agradecido por tener a alguien tan valiente y dedicada como Celia cuidando de él en todo momento. - ¡Gracias por salvarme, Celia! Eres realmente increíble - dijo Tomás con una sonrisa en su rostro. - No hay de qué, Tomás.

Es mi trabajo asegurarme de que estés sano y salvo - respondió Celia con humildad. A partir de ese día, Celia se convirtió en toda una heroína dentro del cuerpo de Tomás.

Todas las células la admiraban por su valentía y determinación para enfrentar cualquier problema que surgiera. Y así, gracias al trabajo en equipo y la valentía de Celia, Tomás pudo seguir adelante con su vida sintiéndose protegido y cuidado por todas las maravillosas células que habitaban en su interior.

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