La valentía de Elena


Había una vez una niña llamada Elena, que vivía en un pequeño pueblo. Era valiente y curiosa, siempre estaba dispuesta a aprender cosas nuevas.

Un día, su mamá le pidió que fuera al mercado a comprar algunas frutas y verduras frescas. Elena se emocionó mucho con la idea de ir sola al mercado. Tomó su canasta y salió corriendo hacia el lugar.

Por el camino, pasó por una plaza donde había un anciano sentado en un banco. El anciano desconocido se acercó a Elena y le ofreció algo inesperado: dinero. Le dijo que si lo acompañaba hasta su carro, le daría un billete nuevo de 100 pesos.

Elena recordó las palabras de su madre sobre no ir con extraños y sintió miedo en su corazón. Sin pensarlo dos veces, la niña decidió seguir los consejos de su madre y corrió directamente hacia su casa.

Llegó a toda velocidad, con lágrimas en los ojos y contándole todo a su mamá. La madre de Elena la abrazó fuertemente mientras escuchaba atentamente sus palabras. Luego de tranquilizarla, decidió contarle una historia inspiradora para enseñarle una importante lección.

"Querida Elena", comenzó la mamá con voz cálida, "hay personas buenas en este mundo y también hay personas que pueden intentar hacernos daño". La niña asintió con tristeza mientras secaba sus lágrimas. "Pero nunca debemos dejar que el miedo nos controle", continuó la mamá.

"Tú hiciste lo correcto al confiar en tus instintos y recordar lo que te he enseñado. Siempre debes escuchar a tu corazón y buscar ayuda cuando sientas que algo no está bien".

Elena miró fijamente a su madre, deseando aprender más sobre cómo protegerse en situaciones peligrosas. "Mi querida Elena", dijo la mamá con ternura, "quiero enseñarte algunas medidas de seguridad para que te sientas más segura cuando estés sola.

Primero, nunca vayas con extraños sin antes pedir permiso o hablarlo conmigo. Segundo, si alguien te hace sentir incómoda o asustada, corre hacia un lugar seguro y busca ayuda de un adulto de confianza". La niña asintió y prometió recordar todas las recomendaciones de su madre.

Con el tiempo, Elena creció y se convirtió en una joven valiente y segura de sí misma. Siguió los consejos de su madre y siempre fue consciente de los peligros que podían acechar en el mundo exterior.

Un día, mientras caminaba por la plaza del pueblo, notó a un niño pequeño sentado solo en un banco. El niño parecía triste y asustado. Sin dudarlo, Elena se acercó al niño para preguntarle si necesitaba ayuda.

El pequeño le contó que se había perdido y no sabía cómo regresar a casa. Elena recordó lo importante que era ayudar a los demás cuando están en problemas. Con paciencia y amabilidad, la joven guió al niño hasta encontrar a sus padres.

Los padres del niño estaban muy agradecidos por la ayuda brindada por Elena. Desde aquel día, Elena supo que seguiría siendo valiente pero también cuidadosa.

Había aprendido que, a pesar de los peligros que existen en el mundo, siempre hay espacio para la bondad y la ayuda mutua. Y así, Elena siguió creciendo y convirtiéndose en una inspiración para todos aquellos que la conocían.

Su historia nos enseña que, aunque el miedo pueda estar presente, no debemos dejar que nos controle. Siempre podemos encontrar fuerza dentro de nosotros mismos y ayudar a los demás cuando lo necesiten.

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