La valentía de Felipa


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Felipa. Felipa era una niña muy alegre y curiosa, siempre estaba explorando los rincones del pueblo y jugando con sus amigos.

Un día soleado, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Felipa tropezó con una piedra y cayó al suelo. Se lastimó la rodilla y sintió un gran dolor. Sus amigos corrieron hacia ella preocupados.

-¡Felipa! ¿Estás bien? -preguntó Martín, uno de sus amigos más cercanos. -Ay, me duele mucho la rodilla -respondió Felipa con lágrimas en los ojos. Los demás niños ayudaron a Felipa a levantarse y la llevaron hasta un banco para que pudiera descansar.

Martín le limpió la herida con agua y le puso un poco de vendaje que tenía en su mochila. -¿Te sientes mejor ahora? -preguntó Martín con preocupación. -Sí, gracias Martín.

Gracias a todos por ayudarme -respondió Felipa con una sonrisa en el rostro a pesar del dolor. Esa tarde, cuando Felipa regresó a su casa cojeando un poco, se sentía triste por haberse lastimado. Su mamá notó su expresión y se acercó a consolarla. -¿Qué te pasa, mi amor? -preguntó su mamá cariñosamente.

-Hoy tropecé en el parque y me lastimé la rodilla. Me siento torpe -respondió Felipa con tristeza. Su mamá acarició su cabello y le dijo: "No eres torpe, querida. Todos podemos tropezar alguna vez.

Lo importante es levantarse y seguir adelante". Esas palabras resonaron en el corazón de Felipa. Decidió no dejarse vencer por ese tropiezo y aprender de la experiencia.

Al día siguiente, volvió al parque con sus amigos pero esta vez tenía más cuidado dónde pisaba. Mientras jugaban felices bajo el sol brillante, vieron a un perro callejero que parecía perdido.

Los niños se acercaron lentamente al perro asustado y lograron calmarlo para luego llevarlo al refugio de animales del pueblo donde recibiría ayuda. Al ver la valentía de Felipa al enfrentar esa situación difícil junto a sus amigos, todos en Villa Esperanza empezaron a llamarla "La valiente".

A partir de ese día, cada vez que alguien tropezaba o pasaba por algún problema recordaban las palabras de ánimo de Felipa: "Levántate y sigue adelante".

Y así fue como El tropiezo de Felipa se convirtió en una historia inspiradora para todos los niños del pueblo, enseñándoles que no importa cuántas veces caigamos, lo importante es tener el valor de levantarnos siempre.

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