La valentía de Francesca


Había una vez una niña llamada Francesca, que vivía con su abuelo Edu en una pequeña casa en el campo. Juntos, disfrutaban de la naturaleza y cuidaban de su perra Nina Bluey.

Un día, mientras paseaban por el bosque cercano a su casa, se encontraron con un cachorro abandonado. La pequeña Nina lo adoptó al instante y lo llevó corriendo hasta donde estaban Francesca y su abuelo. -¡Miren! ¡Encontré un nuevo amigo! -exclamó la perrita emocionada.

El abuelo Edu sugirió llevarlo a un veterinario para asegurarse de que estaba bien y buscarle un hogar adecuado. Pero Francesca no quería separarse del cachorro. -Abuelo, ¿podemos quedarnos con él? Podemos cuidarlo nosotros mismos -dijo con los ojos brillantes.

Después de pensarlo detenidamente, el abuelo Edu finalmente aceptó. Así fue como el cachorro se convirtió en parte de la familia y recibió el nombre de Leo.

Francesca se hizo cargo del cuidado diario de Leo: le daba comida, agua fresca y lo sacaba a caminar todos los días. A medida que pasaba el tiempo, ella notó algo extraño en Leo: parecía estar triste todo el tiempo. -Un momento...

creo que sé qué le pasa -dijo Francesca después de observar al perro atentamente-. ¡Le falta ejercicio! Así que decidió llevarlo consigo cada vez que salía a hacer sus actividades diarias: montar bicicleta por las colinas cercanas o jugar al fútbol con sus amigos.

Pronto, Leo comenzó a sentirse mucho mejor y más feliz. Un día, mientras jugaban en el parque municipal, Francesca y sus amigos notaron algo extraño en un árbol cercano: un gatito estaba atrapado en una de las ramas.

-¡Tenemos que ayudarlo! -exclamó Francesca. Pero era demasiado alto para alcanzarlo con las manos. Entonces, ella tuvo una idea brillante: utilizar la cuerda que siempre llevaba consigo para hacer nudos y trepar hasta donde estaba el gato.

Con mucha paciencia y habilidad, logró llegar hasta él y bajarlo suavemente al suelo. El gatito estaba asustado pero ileso gracias a la valentía de Francesca. Después de ese día, Francesca se convirtió en la heroína del barrio.

Todos los niños la admiraban por su coraje y determinación. Pero ella sabía que lo más importante no era ser reconocida sino hacer lo correcto cuando alguien necesitaba ayuda.

Y así fue como aprendió una lección vital: nunca subestimes el poder que tienes para cambiar las cosas a tu alrededor. Con amor, dedicación y esfuerzo puedes lograr todo lo que te propongas.

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