La valentía de Gabriel y el gato salvador


En una ciudad donde las luces brillaban como estrellas en el cielo, vivía Gabriel, un niño muy inteligente y curioso. Pero tenía un gran temor: la oscuridad.

Desde pequeño, le aterraba la idea de no poder ver lo que estaba a su alrededor cuando caía la noche. Un día, su madre enfermó gravemente y el médico le dijo a Gabriel que necesitaba un antídoto especial para salvarla.

El problema era que ese antídoto solo se encontraba al otro lado de la ciudad, en casa de su abuela. Y para llegar allí, debía atravesar calles oscuras y solitarias. Gabriel sabía que no podía dejar sola a su madre.

A pesar del miedo que sentía, decidió armarse de valor y emprender el viaje hacia la casa de su abuela. Con una linterna en mano y el corazón latiéndole con fuerza, comenzó a caminar por las calles silenciosas.

El viento soplaba frío esa noche, haciendo crujir las ramas de los árboles y provocando sombras inquietantes en cada esquina. Gabriel apretaba con fuerza la linterna mientras repetía para sí mismo: "No tengas miedo, no tengas miedo".

De repente, escuchó un ruido detrás suyo y se detuvo en seco. Su corazón parecía querer salirse del pecho. Con manos temblorosas, iluminó con la linterna y descubrió que era solo un gato callejero buscando comida.

"Tranquilo amigo gatito, también tienes miedo?" -dijo Gabriel con ternura mientras acariciaba al minino. El gato pareció entender las palabras reconfortantes de Gabriel y decidió acompañarlo en su travesía por la ciudad oscura.

Juntos avanzaron por calles angostas y parques sombríos, enfrentando cada uno de los temores que les iban surgiendo en el camino. "Gracias por estar conmigo", dijo Gabriel al gato mientras llegaban finalmente a casa de su abuela. Al entrar allí encontraron a la abuela preparando una taza caliente de chocolate caliente para ellos dos.

"¡Oh! ¿Qué hacen ustedes aquí tan tarde?" -preguntó sorprendida pero contentaGabriel explicó rápidamente la situación con su madre enferma y cómo necesitaba el antídoto para salvarla. "Por supuesto mi amor! Aquí está el antídoto.

" -dijo emocionada mientras entregaba el medicamentoCon el antídoto seguro en sus manos gracias a su valentía para vencer sus miedos junto al amigable gatito,"Ahora volvamos rápido con mamá antes de que sea demasiado tarde", exclamó Gabriel decidido.

La vuelta a casa fue mucho más rápida ya que ahora contaban con luz natural del amanecer iluminando sus pasos. "Mamá te traemos lo que necesitas!" -gritó Gabriel al llegar corriendoLa madre pudo tomar el antídoto gracias al valor mostrado por su hijo e inmediatamente empezó a sentirse mejor.

"Gracias mi amor! Gracias también pequeño amigo animal" -agradeció entre lágrimasY así fue como Gabriel aprendió aquella noche que aunque tuviera miedo o enfrentara dificultades inesperadas siempre podría encontrar fuerzas dentro de sí mismo para seguir adelante.

Dirección del Cuentito copiada!