La valentía de Josefa


Había una vez una niña llamada Josefa, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Aunque era muy curiosa y siempre tenía ganas de explorar, le faltaba valentía para aventurarse más allá de lo conocido.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto. Con mucho miedo pero también con mucha curiosidad, se acercó despacio para ver qué era.

Para su sorpresa, encontró a un pequeño conejito atrapado entre las ramas. Josefa sintió compasión por el conejito y decidió ayudarlo a escapar. Sin embargo, cuando intentó desenredarlo del arbusto, perdió el equilibrio y cayó al suelo.

"¡Ay! ¡Me he caído!", exclamó Josefa asustada. Pero en lugar de sentirse derrotada o avergonzada, recordó que debía atreverse y ser más valiente. Se levantó rápidamente y volvió a intentar liberar al conejito. Esta vez tuvo éxito y ambos salieron corriendo del lugar.

A partir de ese momento, Josefa entendió que si se cae no pasa nada grave; solo debe pararse y seguir adelante. Esto le dio la confianza necesaria para enfrentar nuevos desafíos.

Un día soleado, mientras caminaba cerca del lago del pueblo, vio a unos niños que estaban construyendo una balsa para navegar en el agua. José Luis, uno de los niños más aventureros del pueblo se acercó a ella:"Hola Josefa, ¿quieres unirte a nosotros en esta aventura?".

Josefa dudó por un momento, pero recordó su nueva lección y decidió atreverse. Asintió con la cabeza y se sumó al grupo de niños. Juntos, construyeron una balsa resistente y comenzaron a navegar por el lago.

Al principio, Josefa estaba nerviosa y sujetaba fuertemente los bordes de la balsa. Pero poco a poco, fue soltándose y disfrutando del viento en su rostro y la sensación de libertad.

De repente, una ráfaga de viento hizo que la balsa se balanceara bruscamente y todos cayeron al agua. Josefa sintió miedo al principio, pero luego recordó que si se cae no pasa nada grave; solo debe pararse y seguir adelante.

Se levantó rápidamente e impulsada por su valentía interior nadó hacia la orilla junto con sus amigos. Aunque estaban empapados, todos reían emocionados por la aventura vivida. Desde ese día, Josefa se convirtió en una niña más audaz y valiente.

Se dio cuenta de que cada vez que se atrevía a enfrentar sus miedos, descubría nuevas experiencias maravillosas. Con el tiempo, Josefa llegó a ser considerada como una líder entre los niños del pueblo.

Siempre estaba dispuesta a proponer nuevas aventuras e inspiraba a otros a ser valientes también. Y así fue como Josefa aprendió que si se cae no pasa nada grave; solo debe pararse y seguir adelante.

Con cada paso valiente que daba, crecía más seguro de sí misma y experimentaba la alegría de vivir plenamente.

Dirección del Cuentito copiada!