La valentía de Keylor
Un día soleado, Keylor decidió ir de aventura a las hermosas Islas Miyako. Llevaba su sombrero favorito y una mochila llena de meriendas deliciosas. Estaba emocionado por descubrir nuevos tesoros en la playa.
Al llegar, Keylor se encontró con una playa paradisíaca: arena blanca, agua cristalina y palmeras que bailaban al ritmo del viento. Decidió explorar un poco más y caminó hacia el bosque cercano. Mientras caminaba entre los árboles altos, escuchó un ruido extraño.
Se detuvo y miró a su alrededor, pero no vio nada fuera de lo común. Siguió avanzando hasta que llegó a una pequeña cueva escondida entre las rocas.
Keylor se acercó lentamente a la entrada de la cueva y sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sus ojos se abrieron como platos cuando vio algo inesperado: ¡un fantasma flotando en el aire! El fantasma parecía triste y solitario. Tenía una expresión melancólica en su rostro transparente y suspiraba profundamente.
Keylor sintió compasión por él e hizo lo primero que se le ocurrió: saludarlo amablemente. "¡Hola! ¿Cómo estás? Soy Keylor", dijo con valentía mientras extendía su mano hacia el fantasma.
El fantasma miró sorprendido a Keylor y después sonrió tímidamente. "Hola, soy Fantasio", respondió con voz temblorosa. "No esperaba que alguien me saludara". Keylor se acercó a Fantasio y le preguntó qué lo había llevado a la cueva. El fantasma suspiró y le contó su historia.
Resulta que Fantasio había sido un pirata hace muchos años, pero en lugar de buscar tesoros, él buscaba amistades verdaderas. Un día, mientras navegaba por los mares, una tormenta feroz hundió su barco y él quedó atrapado en esta cueva.
Desde entonces, no podía abandonarla y se sentía muy solo. Keylor sintió tristeza por Fantasio y decidió ayudarlo.
Juntos idearon un plan para liberar al fantasma de la cueva: construirían un barco nuevo utilizando las ramas del bosque y lo llevarían de vuelta al mar. Durante días, Keylor y Fantasio trabajaron duro para construir el barco. Cortaron ramas con cuidado, las ataron con lianas fuertes y pintaron el casco de colores brillantes.
Cuando terminaron, el barco parecía una obra de arte. Llegó el momento de despedirse. Keylor ayudó a Fantasio a subir al barco mientras decenas de delfines saltaban emocionados junto a ellos.
"¡Buena suerte en tu viaje! ¡Nunca olvides que siempre hay personas dispuestas a hacerte compañía!", dijo Keylor con entusiasmo. Fantasio asintió emocionado antes de zarpar hacia el horizonte. "Gracias por todo, Keylor", dijo con gratitud. "Ahora sé que nunca estaré solo".
Keylor observó cómo el barco desaparecía en la distancia hasta que ya no pudo verlo más. Se sintió feliz de haber ayudado a Fantasio y aprendió una valiosa lección: nunca juzgar a alguien por su apariencia, ya que todos merecen amistad y comprensión.
Desde ese día, Keylor visitaba regularmente la cueva para recordar la importancia de la amistad y recordarle al mundo que los fantasmas también necesitan cariño.
Y así, con cada visita, llevaba consigo un mensaje de amor y esperanza para todos aquellos que se sentían solos. El final
FIN.