La valentía de Lucía y la bondad de la bruja


Había una vez, en un lugar tenebroso rodeado de árboles retorcidos y sombras misteriosas, vivía una bruja llamada Chulupi.

La gente del pueblo la temía y evitaba pasar cerca de su cabaña, pues decían que lanzaba hechizos malvados a quienes osaran acercarse. Un día, llegó al pueblo una niña valiente llamada Lola.

A diferencia de los demás habitantes, ella no creía en las historias sobre Chulupi y estaba decidida a descubrir si la bruja era realmente tan malvada como decían. Sin pensarlo dos veces, se encaminó hacia la cabaña de Chulupi. Al llegar, Lola vio a Chulupi revolviendo un caldero con una expresión sombría en el rostro.

La bruja levantó la mirada y sorprendentemente sonrió al ver a la niña parada frente a ella. "¿Qué haces aquí, pequeña intrépida?", preguntó Chulupi con curiosidad. Lola titubeó por un momento antes de responder con valentía: "He venido a conocerte, bruja Chulupi.

Todos dicen que eres malvada, pero yo quiero saber si eso es cierto". Chulupi soltó una carcajada y le dijo: "No soy tan malvada como creen. Solo me gusta asustar a la gente para protegerme de aquellos que quieren hacerme daño".

La niña notó la tristeza en los ojos de la bruja y sintió compasión por ella. Decidió entonces mostrarle amabilidad y ayudarla en lo que pudiera. Con el tiempo, Lola y Chulupi se convirtieron en grandes amigas.

Una noche oscura, un grupo de aldeanos enfurecidos rodearon la cabaña de Chulupi con antorchas encendidas. Querían expulsar a la bruja del pueblo de una vez por todas. Lola salió valientemente al encuentro de sus vecinos y les pidió que detuvieran su ataque.

Les contó cómo Chulupi había sido amable con ella y cómo merecía una oportunidad para demostrar que no era tan malvada como pensaban.

Los aldeanos dudaron por un momento, pero finalmente accedieron a escuchar lo que tenía que decir Chulupi. La bruja salió de su cabaña con cautela y les explicó que solo quería vivir en paz sin causar daño a nadie. Impresionados por sus palabras sinceras, los aldeanos decidieron darle otra oportunidad a Chulupi.

Desde ese día en adelante, todos aprendieron a no juzgar sin conocer primero a las personas o criaturas diferentes.

La historia de Lola y Chulupi se convirtió en leyenda en el pueblo, recordando siempre el importante mensaje de tolerancia y bondad hacia aquellos que son diferentes a nosotros.

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