La valentía de Malena


Había una vez una nena llamada Malena, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y naturaleza. Malena era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.

Un día, su abuela le propuso ir juntas al parque de diversiones que se encontraba en la ciudad vecina. Malena se emocionó muchísimo con la idea y no podía esperar a llegar al parque.

Se imaginaba subiendo a las montañas rusas más altas, comiendo algodón de azúcar y jugando en los juegos mecánicos. Pero antes de partir, su abuela le dijo:- Malena, debemos tener mucho cuidado en el parque de diversiones. Es importante seguir las reglas y no separarnos bajo ninguna circunstancia.

Malena asintió con entusiasmo y prometió seguir todas las indicaciones de su abuela. Cuando llegaron al parque, Malena quedó maravillada por todo lo que veía a su alrededor.

Las luces brillantes, los gritos emocionados de la gente y el olor a palomitas de maíz creaban un ambiente mágico. La primera atracción a la que fueron fue una montaña rusa gigante. Subieron a bordo del vagón y comenzaron a subir lentamente hacia lo alto.

Malena sentía cómo la emoción recorría todo su cuerpo mientras miraba hacia abajo desde lo alto. Pero justo cuando estaban por comenzar el descenso, escucharon un fuerte ruido proveniente del motor de la montaña rusa.

El vagón se detuvo repentinamente y todos los pasajeros comenzaron a entrar en pánico. - ¡No te preocupes, Malena! -dijo su abuela tratando de mantener la calma-. Seguro que pronto arreglan el problema y podemos seguir disfrutando. Malena trató de tranquilizarse, pero se sentía cada vez más ansiosa.

Pasaron varios minutos y nada parecía solucionarse. Fue entonces cuando Malena tuvo una idea. - Abuela, ¿y si nos bajamos del vagón y vamos a buscar ayuda? Tal vez podamos encontrar a alguien que pueda arreglarlo -propuso Malena con determinación.

Su abuela asintió y juntas salieron del vagón. Caminaron por los rieles hasta llegar al puesto de control donde trabajaban los operadores de la montaña rusa.

Les explicaron lo que había sucedido y ellos rápidamente fueron a solucionar el problema. Después de un tiempo, el problema fue resuelto y Malena y su abuela pudieron subirse nuevamente en la montaña rusa para disfrutar del emocionante recorrido.

A pesar del pequeño inconveniente, ambas se sintieron orgullosas de haber encontrado una solución en lugar de dejarse llevar por el miedo. El resto del día transcurrió sin problemas.

Malena probó todos los juegos mecánicos, comió algodón de azúcar hasta llenarse la boca y ganó peluches en las atracciones para llevar como recuerdo a casa. Cuando llegó la hora de irse, Malena le dio un fuerte abrazo a su abuela y le dijo:- Gracias por traerme al parque, abu.

Aprendí que siempre hay una forma de enfrentar los problemas si nos mantenemos calmados y buscamos soluciones juntos. Su abuela sonrió y le dio un beso en la mejilla. - Eso es cierto, Malena.

Nunca olvides que tú tienes el poder de resolver cualquier situación si confías en ti misma y no te rindes. Y así, Malena volvió a su pueblo con una gran experiencia llena de diversión y aprendizaje.

Desde aquel día, siempre recordaría la importancia de enfrentar los desafíos con valentía y buscar soluciones en lugar de dejarse llevar por el miedo.

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