La valentía de Martín y Pancho en el bosque



Había una vez un niño llamado Martín, de 5 añitos, que tenía una tortuga llamada Pancho. Martín y Pancho eran inseparables, siempre jugaban juntos en el jardín de su casa y se contaban secretos al oído.

Un día soleado, Martín decidió llevar a Pancho a dar un paseo por el bosque cercano a su casa. Estaba emocionado por mostrarle a su amiguito todas las maravillas que había descubierto en sus aventuras anteriores.

Juntos caminaron entre los árboles altos y frondosos, escuchando el canto de los pájaros y sintiendo la frescura del aire. "¡Mira, Pancho! ¡Qué lindo es este lugar!" - exclamaba Martín mientras señalaba todo a su alrededor.

Pancho movía lentamente sus patitas y asentía con la cabeza como si estuviera disfrutando tanto como su amigo humano. De repente, un ruido fuerte asustó a Pancho, quien salió corriendo despavorido hacia unos arbustos espesos.

Martín intentó seguirlo, pero era tan rápido que lo perdió de vista. "¡Pancho! ¡Pancho! ¿Dónde estás?" - gritaba Martín desesperado mientras buscaba entre los arbustos sin éxito. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte y la noche estaba por llegar.

Martín se sentía triste y preocupado por haber perdido a su querida tortuga en medio del bosque desconocido. Sin embargo, decidió no rendirse y buscar a Pancho hasta encontrarlo.

Decidió pedir ayuda a sus amigos del bosque: el conejo saltarín, la ardilla curiosa y el búho sabio. Cada uno ofreció su ayuda de manera desinteresada para encontrar a Pancho. Juntos recorrieron cada rincón del bosque, preguntando a los animales que encontraban si habían visto pasar una tortuga traviesa.

Finalmente, cuando ya parecía que no había esperanza de encontrarlo, escucharon un pequeño chapoteo proveniente de un arroyito cercano. Corrieron hacia allí y vieron cómo Pancho intentaba cruzar nadando torpemente hacia la orilla opuesta.

"¡Pancho! ¡Aquí estoy!" - gritaba Martín emocionado al ver a su amiguito sano y salvo. Con la ayuda de sus amigos animales lograron rescatar a Pancho del arroyito antes de que se adentrara en aguas más peligrosas.

Todos celebraron con alegría reunirse nuevamente y prometieron cuidarse mutuamente en futuras aventuras. Desde ese día, Martín aprendió la importancia de ser valiente ante las adversidades, contar con la ayuda de sus amigos y nunca rendirse en la búsqueda de lo que ama.

Y así siguieron viviendo muchas más aventuras juntos en el bosque encantado donde cada rincón guardaba secretos por descubrir.

FIN.

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