La valentía de Niña Negrita y la lección de compartir



En lo profundo de la selva, entre el murmullo de las palmeras, vivía Niña Negrita, una niña con una sonrisa tan brillante como el sol. Todas las mañanas, Niña Negrita iba al bosque a recolectar frutas para su familia.

Con su canasta llena de piñas, mangos y plátanos, caminaba por el sendero de palmas, tarareando una dulce melodía. Su madre, una mono traviesa llamada Chispa, también disfrutaba de las frutas del bosque.

Un día, mientras Niña Negrita estaba recolectando frutas, Chispa vio una jugosa banana en un árbol cercano y decidió tomarla para sí misma.

- ¡Qué suerte! Esta banana se verá deliciosa en mi desayuno - exclamó Chispa, pero en ese momento, se dio cuenta de que su hija estaba observando todo. Niña Negrita se acercó a su madre con una mirada triste en su rostro. - Mamá, ¿por qué tomaste esa banana sin preguntar? Sabes que compartir es importante para todos.

Chispa se sintió avergonzada y se dio cuenta de su error. - Tienes razón, querida. Perdóname. Tomé la banana sin pensar. Debería haber preguntado primero. Niña Negrita sonrió y abrazó a su madre.

Juntas, decidieron ir a devolver la banana al árbol y, en su lugar, buscaron otras frutas para compartir con todos los animales del bosque.

Desde ese día, Niña Negrita y Chispa se convirtieron en un ejemplo de generosidad para la selva, compartiendo no solo frutas, sino también amor y comprensión con todos los habitantes del bosque. Y así, aprendieron juntas la valiosa lección de que el compartir es la mejor manera de hacer felices a todos.

FIN.

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