La valentía de Uriel


Había una vez un niño llamado Uriel, a quien le encantaba la Navidad. Cada año, esperaba con ansias el momento de decorar el árbol y abrir los regalos junto a su familia.

Pero este año, algo inesperado iba a suceder. Un día antes de Navidad, Uriel recibió una misteriosa carta en su puerta. La abrió emocionado y leyó: "Querido Uriel, esta Navidad será diferente. Prepárate para una noche llena de terror".

Al principio, Uriel se asustó un poco, pero luego decidió que no dejaría que nada arruinara su espíritu navideño. La noche de Navidad llegó y Uriel estaba listo para disfrutar de la cena en familia cuando escuchó un ruido extraño proveniente del sótano.

Decidió investigar y encontró un portal mágico que lo llevaba a diferentes mundos terroríficos. Uriel se adentró valientemente en el portal y se encontró con criaturas espeluznantes como vampiros, fantasmas y zombies.

Sin embargo, en lugar de asustarse, decidió enfrentar sus miedos y ayudar a aquellos seres asustados. Encontró al vampiro Vladislav llorando porque había perdido uno de sus colmillos.

"No te preocupes", le dijo Uriel amablemente mientras buscaba por todas partes hasta encontrarlo debajo de un viejo cofre. A continuación, vio a un fantasma solitario llamado Casperina que tenía problemas para hacer amigos debido a su apariencia transparente.

Uriel le ofreció su amistad y juntos jugaron a las escondidas, haciendo que Casperina se sintiera feliz y aceptada. Más tarde, Uriel encontró a un grupo de zombies danzantes que estaban tristes porque siempre eran rechazados en los bailes.

Con su espíritu navideño, Uriel les enseñó algunos pasos de baile y los zombies descubrieron que podían ser geniales en la pista de baile. Después de ayudar a todos estos seres terroríficos, Uriel decidió regresar a casa.

Al salir del portal, se dio cuenta de que había vuelto justo a tiempo para compartir una hermosa cena navideña con su familia. "-¡Uriel! ¡Qué alegría verte!", exclamaron sus padres al verlo entrar por la puerta. "-¿Dónde estabas?", preguntaron curiosos.

Uriel sonrió y les contó sobre su aventura en el mundo mágico y cómo había logrado convertir el terror en amistad y felicidad. Sus padres lo miraron orgullosos mientras compartían abrazos llenos de amor.

Desde ese día, Uriel aprendió una valiosa lección: no importa cuán terroríficas parezcan las cosas, siempre hay una forma de encontrar bondad y amistad en cualquier situación. Y así, cada Navidad desde entonces, Uriel llevaba consigo ese espíritu valiente y solidario para iluminar la vida de aquellos que más lo necesitaban. Y colorín colorado, esta historia llena de magia ha terminado.

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