La valentía en el espacio


Había una vez una niña llamada Susana que vivía en una casita acogedora junto a su mamá y su gato, llamado Tito.

Aunque Susana era muy curiosa y siempre quería aprender cosas nuevas, tenía un gran miedo: el miedo a salir de casa. Susana se sentía segura dentro de las paredes de su hogar, donde todo era conocido y predecible. Le encantaba pasar horas leyendo libros, dibujando y jugando con Tito.

Pero cuando llegaba el momento de poner un pie afuera, el miedo se apoderaba de ella. Un día, mientras Susana estaba en la biblioteca del barrio leyendo sobre los viajes espaciales, encontró un libro especial sobre cohetes.

Quedó fascinada al descubrir cómo los astronautas exploraban nuevos planetas y vivían aventuras emocionantes fuera de la Tierra. Esa noche, antes de dormir, Susana le contó a Tito sobre lo que había aprendido en el libro. El gato la escuchaba atentamente mientras ronroneaba tranquilizadoramente.

"Tito, ¿te imaginas si pudiéramos hacer un viaje espacial en un cohete?", dijo Susana emocionada. "¡Miau! Eso sería increíble", respondió Tito con entusiasmo. A partir de ese momento, Susana comenzó a soñar despierta con viajar al espacio en un cohete.

Imaginaba cómo sería ver las estrellas desde tan cerca y descubrir planetas desconocidos. Su miedo empezó a disminuir poco a poco mientras se sumergía en sus fantasías espaciales.

Un día, mientras Susana estaba jugando con Tito en el patio trasero, se le ocurrió una idea. Tomó una caja grande y la convirtió en su propio cohete espacial. Pintó estrellas y planetas en el exterior y colocó almohadas dentro para que ella y Tito pudieran viajar cómodamente.

"¡Tito, sube al cohete! ¡Vamos a hacer un viaje espacial!", exclamó Susana emocionada. Tito, siempre dispuesto a acompañar a su amiga en todas sus aventuras, saltó dentro de la caja-cohete junto a Susana.

Ella cerró los ojos y comenzó a imaginar que despegaban hacia las estrellas. "¡3, 2, 1... despegue!", gritó Susana mientras hacía vibrar la caja. El —"cohete"  de Susana comenzó a moverse de un lado a otro mientras ella y Tito reían emocionados.

Fue entonces cuando algo extraordinario ocurrió: el patio trasero se transformó mágicamente en el espacio exterior. Susana abrió los ojos sorprendida al ver las estrellas brillantes y los planetas coloridos frente a ella.

El miedo había desaparecido por completo ante tanta belleza e imaginación desbordante. Junto con Tito, exploraron nuevos mundos imaginarios durante horas. Saltaron de planeta en planeta, conocieron seres extraterrestres amigables e incluso encontraron tesoros escondidos entre las constelaciones.

Al final del día, cuando regresaron al patio trasero convertido nuevamente en tierra firme, Susana se dio cuenta de algo importante: no hay que tener miedo para vivir aventuras emocionantes y descubrir cosas nuevas. A partir de ese día, Susana se convirtió en una niña valiente y curiosa.

Aunque todavía le gustaba pasar tiempo en casa con Tito, también disfrutaba salir al mundo exterior para explorar y aprender cosas nuevas.

Y así, gracias a su imaginación y a la compañía de su fiel amigo gato, Susana descubrió que los viajes más emocionantes no siempre requieren un cohete real. Basta con abrir la mente y dejarse llevar por la magia de la imaginación.

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