La Valiente Aventura de Mary



En un pequeño pueblo colombiano, donde los cafetales abrazaban el horizonte y el aire olía a flores, vivía una joven llamada Mary. Ella era conocida por sus ojos grandes que brillaban como estrellas y su sonrisa tímida que iluminaba incluso los días más nublados.

Mary pasaba sus días ayudando a su madre en la tienda del pueblo, donde podían encontrarse dulces de todo tipo y color. Un día, mientras organizaba los frascos de chicles de colores, escuchó una conversación entre dos ancianos.

"Dicen que hay un árbol mágico en la montaña, que concede un deseo a quien logre encontrarlo" - comentó el abuelo Pedro.

"Pero la montaña está llena de enredos y misterios" - respondió la abuela Elena, mirando al horizonte.

A Mary le brillaron los ojos al escuchar esto. ¿Un árbol mágico? ¿Un deseo? Su mente empezó a imaginar un mundo de posibilidades. Sin embargo, también sentía un cosquilleo de nerviosismo. La montaña era desconocida, y ella no era particularmente aventurera. Pero la curiosidad la empujó a pensar que tal vez este sería su momento de brillar.

Esa misma noche, Mary se preparó para su aventura. Buscó su mochila, llenándola con un poco de agua, una manzana y, por supuesto, un cuaderno y un lápiz porque siempre le gustaba dibujar lo que veía.

"¿Adónde vas, Mary?" - preguntó su madre al verla salir con la mochila.

"Voy a buscar un árbol mágico en la montaña. Puede que me dé un deseo" - respondió, intentando sonar más segura de lo que realmente se sentía.

"Ten cuidado y regresa antes de que oscurezca" - advirtió su madre, mientras le daba un abrazo.

Al salir del pueblo, Mary se despidió de las casas, los gatos en los techos y las plantas en las ventanas, sintiéndose más valiente en cada paso. La montaña se alzaba imponente frente a ella, y aunque el camino parecía temeroso y enredado, su corazón latía con emoción por la aventura que se estaba por vivir.

A medida que subía, Mary se encontró con un zorro que la miraba curioso, como si tuviera algo que decir.

"¿A dónde vas, joven?" - preguntó el zorro, moviendo su cola.

"Voy en busca de un árbol mágico que concede deseos" - contestó Mary.

"Ah, el árbol que buscas está un poco más arriba, pero para encontrarlo, tendrás que resolver un acertijo" - explicó el zorro, sus ojos brillando con picardía.

"¿Un acertijo?" - preguntó Mary, con intriga.

"Sí, aquí va: soy ligero como una pluma, y aún el hombre más fuerte no puede mantenerme por mucho tiempo. ¿Qué soy?"

Mary se quedó pensando. Recordó cómo su maestro le había enseñado a no rendirse y a buscar las respuestas dentro de ella. Tras meditar un poco, se iluminó su rostro.

"¡El aliento!" - exclamó, riendo con alegría.

"¡Correcto!" - respondió el zorro sonriendo.

Con una sonrisa de satisfacción, Mary continuó su camino. Después de un rato, llegó a un sendero cubierto de hojas y flores. En ese lugar, una tortuga también la estaba observando.

"¿Qué haces aquí, jovencita?" - preguntó la tortuga, moviéndose lentamente.

"Busco el árbol mágico que concede deseos, pero he tenido que responder un acertijo" - dijo Mary, aún llena de energía.

"¿No te parece apurado ir en busca de un deseo sin conocer lo que realmente quieres?" - intervino la tortuga con su voz serena.

"Aún no lo sé, pero tengo tantas cosas que podría desear" - se quejó Mary.

"Piensa en lo que realmente hace feliz a las personas, a veces los deseos más simples son los que llenan el corazón" - aconsejó la tortuga.

Mary reflexionó sobre esto y continuó su camino, a la vez que el diálogo con la tortuga resonaba en su mente. Finalmente, llegó a un claro donde se encontraba el famoso árbol mágico. Sus ramas eran tan grandes y verdes como un abrigo de esmeraldas. En su tronco había letras doradas que brillaban con la luz del sol. Mary se sintió maravillada.

"¡Lo logré!" - gritó felizmente. Creyó que en ese momento todo lo que había sufrido y trabajado había valido la pena. Entonces se hizo uno de los deseos más importantes de su vida.

"¿Cuál es tu deseo?" - preguntó una voz suave. Era el árbol mágico.

"Quiero ser valiente y ayudar a los demás" - dijo Mary, recordando las enseñanzas de su familia y amigos.

"Te concedo el deseo, pero recuerda: la valentía no se trata de no tener miedo, sino de seguir adelante a pesar de él" - dijo el árbol, y con ese mensaje profundo, el aire a su alrededor pareció vibrar con una energía especial.

Mary agradeció al árbol y comenzó su camino de regreso al pueblo.

Cuando llegó, la gente del pueblo comenzó a notar un cambio en ella. No solo era la chica de ojos grandes y sonrisa tímida, sino que ahora también era una joven que ayudaba a los demás, organizando actividades y apoyando a aquellos que lo necesitaban.

"¿Qué te pasó, Mary? Te ves diferente" - le preguntó su amiga Clara.

"He aprendido que la valentía y la bondad son mis verdaderos deseos, y eso es lo que quiero para todos" - respondió Mary, sonriendo con todo su corazón.

Y así, el árbol mágico le había dado un deseo, pero Mary descubrió que la magia de la vida estaba en su propio corazón y en la voluntad de hacer del mundo un lugar mejor para todos. Desde entonces, su sonrisa se volvió más brillante y su aventura apenas había comenzado.

FIN.

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