La valiente defensora de los animales



Había una vez una niña llamada Fernanda, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Un día, mientras paseaba por el centro del pueblo, vio un cartel que anunciaba la llegada de una feria.

Fernanda se emocionó mucho al leer sobre todas las atracciones y juegos que habría en la feria. No podía esperar para probar los deliciosos algodones de azúcar y subirse a los coloridos carruseles.

Decidió ir con su mejor amiga, Sofía, para compartir juntas esta aventura. El día de la feria finalmente llegó y las dos amigas se dirigieron hacia el parque donde estaba instalada. Había música alegre, luces brillantes y mucha gente riendo y divirtiéndose.

Fernanda no sabía por dónde empezar, pero decidió seguir su instinto y fue directo hacia el puesto de comida. Allí encontraron una gran variedad de opciones: hamburguesas jugosas, papas fritas crujientes e incluso helados coloridos.

Pero justo cuando iban a hacer sus pedidos, algo inesperado sucedió: ¡una víbora se escapó de su caja! Todos comenzaron a correr asustados mientras la víbora buscaba un lugar seguro donde esconderse.

Fernanda sintió compasión por el animalito asustado y decidió ayudarlo en lugar de huir como los demás. Con mucho cuidado, Fernanda logró agarrar a la víbora sin lastimarla y le dio un abrazo reconfortante. La serpiente pareció entender que no tenía nada que temer y se quedó quieta en los brazos de la niña.

"Tranquila, amiguita. No te haré daño", le susurró Fernanda a la víbora mientras la acariciaba suavemente. La gente que observaba quedó sorprendida por el valor y la compasión de Fernanda.

Al verla tratando con cariño a la serpiente, todos se dieron cuenta de que no era peligrosa y comenzaron a aplaudir.

El dueño del puesto de comida, quien también había escapado asustado al inicio, se acercó a Fernanda para felicitarla por su valentía y ofrecerle una hamburguesa gratis como recompensa. Pero Fernanda sonrió y dijo:"Gracias, pero preferiría darle un hogar seguro a esta pequeña víbora". El hombre entendió el noble gesto de Fernanda y accedió a ayudarla.

Juntos buscaron una caja adecuada para que la serpiente pudiera vivir cómodamente sin hacer daño a nadie. A partir de ese momento, Fernanda se convirtió en una defensora de los animales y aprendió mucho sobre ellos. Decidió estudiar biología cuando creciera para ayudarlos aún más.

La feria continuó con mucha diversión y risas gracias al coraje y compasión de Niña Fernanda.

Todos recordaron aquel día como uno lleno de emociones inesperadas pero también como un ejemplo inspirador de cómo enfrentar nuestros miedos y cuidar del prójimo, incluso si es diferente o asusta al principio. Y así fue como Niña Fernanda demostró que hasta en las situaciones más inesperadas podemos encontrar oportunidades para crecer, aprender y hacer el bien.

FIN.

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