La valiente Dodda y sus amigos insectos
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Dulzura, una niña llamada Dodda. A Dodda le encantaban los dulces, especialmente los caramelos de frutilla que vendía la abuelita Margarita en su tienda.
Pero había algo que a Dodda no le gustaba para nada: ¡los insectos! Dodda tenía un miedo tremendo a las cucarachas y arañas. Cada vez que veía uno de esos bichitos, gritaba y salía corriendo asustada.
Sus padres intentaban calmarla y explicarle que no debía tenerles miedo, pero Dodda no podía evitarlo. Una tarde de verano, mientras Dodda jugaba en el jardín de su casa, vio una enorme araña negra cerca de sus pies.
Dio un grito tan fuerte que se escuchó en toda Villa Dulzura y salió corriendo hacia su mamá. "¡Mamá, mamá! ¡Hay una araña gigante en el jardín! ¡Por favor sácala!" -gritó Dodda entre sollozos. Su mamá la abrazó con ternura y le dijo: "Tranquila, Dodda.
Las arañas son criaturas muy útiles que nos ayudan a mantener alejados a otros insectos molestos. No te harán daño si las respetas". Dodda respiró hondo y decidió enfrentar su miedo.
Volvió al jardín con su mamá y observaron juntas a la araña tejedora mientras tejía su tela con destreza. "¿Ves, Dodda? Las arañas son increíbles artistas que crean telarañas muy bonitas", dijo su mamá sonriente.
Poco a poco, Dodda fue perdiendo el miedo a las arañas al comprender lo importantes que eran para el equilibrio del jardín. Sin embargo, las cucarachas seguían siendo un problema para ella. Una noche, mientras cenaban en familia, una cucaracha apareció corriendo por la cocina.
Esta vez, Dodda decidió tomar cartas en el asunto. "¡Papá! ¡Ayúdame a atrapar esa cucaracha antes de que se esconda!" -exclamó decidida. Juntos buscaron a la intrusa hasta encontrarla debajo del fregadero.
Con cuidado y valentía, la atraparon en un frasco y la llevaron afuera para liberarla lejos de casa. Desde ese día, Dodda entendió que enfrentando sus miedos podía superarlos y vivir sin temores irracionales.
Aprendió a respetar a todos los seres vivos por igual y se convirtió en la heroína de Villa Dulzura al ayudar a quienes tenían miedo como ella. Y así fue como Dodda descubrió que la valentía no consiste en no tener miedo sino en enfrentarlo con determinación cada día.
FIN.