La valiente Noelia surfea hacia la confianza



Noelia estaba muy emocionada porque por fin había llegado el momento de las vacaciones. Sus papás la habían llevado a un hermoso lugar en la costa, con playas de arena blanca y aguas cristalinas.

Pero Noelia tenía un problema: le daba mucho miedo el mar. Desde pequeña, cada vez que se acercaba a la orilla y veía las olas grandes chocando contra la costa, sentía un escalofrío recorrer su cuerpo.

Le parecía que el mar era tan inmenso e impredecible que no podía controlarlo, y eso la asustaba mucho. "¿Por qué no te animás a meterte al agua, Noelia? ¡Es tan lindo nadar en el mar!", le decía su papá mientras jugaban en la playa.

Pero Noelia solo negaba con la cabeza y se abrazaba a su pelota de playa con más fuerza. Estaba decidida a no acercarse al mar ni siquiera un poquito.

Un día, mientras paseaban por el pueblo cercano a la playa, Noelia vio un cartel que llamó su atención: "Escuela de surf". Se quedó mirando fijamente la imagen de una persona surfeando sobre una ola gigante y sintió una mezcla de admiración y temor.

"¡Mira esto, papá! ¿Te imaginas poder hacer algo así?", exclamó Noelia señalando el cartel. Su papá sonrió y le dijo: "Claro que sí, Noe. El surf es un deporte increíble que te permite disfrutar del mar de una manera única.

¿Te gustaría probar?"Noelia pensó por unos segundos. Aunque le daba miedo el mar, también sentía curiosidad por experimentar esa sensación de libertad que parecían tener los surfistas cuando cabalgaban sobre las olas. "Bueno...

¡vamos a averiguar en esa escuela de surf qué se necesita para empezar!", dijo finalmente Noelia con determinación. Así fue como Noelia comenzó sus clases de surf.

Al principio fue difícil: caía al agua una y otra vez, tragaba sal y se frustraba al no poder mantenerse sobre la tabla. Pero poco a poco fue mejorando su equilibrio, aprendiendo a leer las olas y tomando confianza en sí misma.

Después de varias semanas de práctica constante, llegó el día en que logró pararse sobre la tabla y deslizarse sobre una ola. La emoción que sintió en ese momento superó con creces cualquier miedo que hubiera sentido antes. "¡Lo logré! ¡Surfeé una ola!", gritaba Noelia emocionada mientras volvía nadando hacia la costa.

Esa experiencia cambió por completo la forma en que veía al mar. Ya no lo percibía como algo amenazante e incontrolable; ahora lo veía como un escenario lleno de oportunidades para divertirse y superarse a sí misma.

Desde entonces, Noelia pasaba horas enteras surfeando junto a sus nuevos amigos en el mar. Y aunque todavía sentía cierto respeto por su inmensidad, sabía que siempre podía confiar en sus habilidades para disfrutarlo al máximo.

Así,Noelias aprendióque enfrentar nuestros miedos puede llevarnosa vivir experiencias increíblesydescubrir nuevashabilidadesen nosotros mismosque ni siquieraimaginábamostener.

FIN.

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