La valiente ratita Julia y el misterio de los quesos robados



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una ratita llamada Julia. Julia era una ratita muy curiosa y aventurera, siempre estaba buscando nuevas emociones y experiencias.

Pero había algo que a Julia le encantaba más que cualquier otra cosa en el mundo: ¡el queso! Julia vivía cerca de la casa de doña Juanita, una señora mayor que tenía un jardín lleno de deliciosos quesos.

Cada día, doña Juanita salía al mercado a vender sus quesos artesanales y dejaba su jardín sin vigilancia. Un día, mientras doña Juanita no estaba en casa, Julia decidió hacerse con uno de esos apetitosos quesos.

Con mucha astucia y habilidad para escalar muros, logró colarse en el jardín y tomar uno de los quesos más grandes que jamás había visto.

Julia estaba tan emocionada con su gran hallazgo que empezó a correr por las calles del pueblo mostrando su queso a todos los animales que se encontraba:"¡Miren lo que conseguí! ¡El queso más grande del mundo!", exclamaba orgullosa. La noticia llegó rápidamente a oídos de don Ratacito Perezoso, un ratón muy perezoso pero también muy astuto.

Don Ratacito Perezoso sabía cómo aprovecharse de la situación y decidió tenderle una trampa a Julia para robarle el queso. Con mucha maña e ingenio, don Ratacito Perezoso se acercó sigilosamente hacia donde estaba Julia. "Hola querida Julia", dijo don Ratacito Pérezoso con voz amable.

"Veo que tienes un queso muy grande ahí. ¿Te gustaría compartirlo conmigo?"Julia, inocente y confiada, accedió a compartir su queso con don Ratacito Perezoso.

Pero lo que Julia no sabía era que don Ratacito tenía una astuta estrategia para quedarse con todo el queso. "Mira Julia", dijo don Ratacito Pérezoso señalando hacia el horizonte.

"¡Un grupo de gatos hambrientos se acerca! ¡Debemos escondernos rápido!"Asustada por la idea de ser atrapada por los gatos, Julia dejó caer su queso y corrió a esconderse junto a don Ratacito Perezoso. Pero cuando Julia regresó al lugar donde había dejado su queso, este ya no estaba. Don Ratacito Perezoso había aprovechado la distracción para llevarse el queso sin que nadie lo notara.

Desconsolada y enojada consigo misma por haber sido tan ingenua, Julia decidió buscar ayuda. Fue entonces cuando encontró a doña Juanita llorando desconsoladamente en su jardín. "¿Qué te pasa, doña Juanita?", preguntó Julia preocupada.

Doña Juanita explicó entre sollozos cómo alguien había robado todos sus quesos mientras ella estaba en el mercado. Julia sintió un gran pesar al escuchar las palabras de doña Juanita y decidió contarle lo que le había pasado con don Ratacito Perezoso.

Conmovida por la honestidad y valentía de Julia, doña Juanita decidió perdonarla y juntas idearon un plan para atrapar a don Ratacito Pérezoso y recuperar los quesos. Siguiendo el plan, Julia se hizo pasar por una despistada ratita que buscaba queso.

Don Ratacito Pérezoso, creyendo que tenía otra oportunidad de robarle a Julia, cayó en la trampa y fue capturado por doña Juanita.

Finalmente, todos los quesos fueron devueltos a su legítima dueña y Julia aprendió una valiosa lección sobre la importancia de ser prudente y no confiar en extraños. Desde aquel día, Julia se convirtió en una ratita más sabia y cautelosa.

Y aunque seguía siendo aventurera, siempre recordaba que las verdaderas amistades se basan en la honestidad y el respeto mutuo.

FIN.

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