La valiente Rosita y el desafío del Lobo Feroz
Don José, un vecino del pueblo que vivía al otro lado del bosque.
Rosita, sin dudarlo ni un segundo, se puso su capa roja y tomó la cesta con todo lo necesario para cuidar a la abuela de Don José. - Adiós mamá, voy a llevarle las cosas a Don José - dijo Rosita mientras salía corriendo de su casa. - Ten cuidado en el bosque, no hables con extraños y vuelve pronto - le advirtió su mamá.
Rosita caminaba por el sendero del bosque cantando alegremente cuando de repente se encontró con el Lobo Feroz. - ¡Hola Caperucita Roja! ¿A dónde vas tan apurada? - preguntó el Lobo con una sonrisa maliciosa.
Rosita recordó lo que le había dicho su mamá y respondió con astucia:- Voy a llevarle comida y medicinas a la abuela de Don José. No puedo quedarme mucho tiempo charlando, tengo que llegar pronto.
El Lobo Feroz pensó en cómo podría engañar a la niña para llegar primero a la casa de la abuela y así poder comérsela. Entonces, tuvo una idea maquiavélica. - ¿Sabes qué? Yo sé un camino más corto para llegar hasta allí.
Sigue por este sendero y girando a la izquierda encontrarás una atajo. Así podrás llegar mucho más rápido - sugirió el Lobo fingiendo amabilidad. Rosita desconfió un poco pero decidió seguir las indicaciones del Lobo porque quería llegar pronto a ayudar a la abuela enferma.
Mientras tanto, el Lobo corrió por el atajo hasta llegar antes que ella a la casa de la abuela.
Al entrar en la casa, el Lobo se hizo pasar por Rosita e intentó engañar a Doña Rosa, la abuelita de Don José. Pero Doña Rosa era muy lista y notó algo extraño en aquel supuesto "Caperucita Roja". - ¡Pero si tú no eres mi querida nieta! Tú eres el temido Lobo Feroz disfrazado.
¡Fuera de mi casa! - gritó Doña Rosa valientemente mientras sacaba su escoba para ahuyentar al intruso. Mientras tanto, Rosita seguía caminando por el sendero siguiendo las indicaciones del malvado lobo.
De repente escuchó unos ruidos extraños que provenían desde la casa de Doña Rosa y decidió acelerar el paso. Al llegar allí vio al lobo tratando de entrar nuevamente pero esta vez fue sorprendido por Rosita quien llegaba justo en ese momento.
- ¡Lobo feroz! ¡Cómo te atreves a intentar engañarnos! - exclamó Rosita valientemente mientras enfrentaba al villano. El lobo intentó escapar pero entre Rosita y Doña Rosa lograron atraparlo antes de que pudiera hacerles daño o comerse alguna otra persona inocente del pueblo.
Desde ese día, todos en el pueblo admiraron aún más a Caperucita Roja por su valentía y astucia para protegerse contra los peligros del bosque.
Y aunque aprendieron que no siempre debemos confiar en extraños, también comprendieron que juntos pueden superar cualquier obstáculo si trabajan en equipo como lo hicieron Rosita y Doña Rosa esa tarde inolvidable en los campos verdes del Paraguay.
FIN.