La valiente Sofía y la noche estrellada
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una niña llamada Sofía. Ella siempre había tenido miedo de la noche. Cada vez que el sol se escondía y las estrellas comenzaban a brillar, su corazón latía más rápido, y no podía dormir sola en su cama. Su mamá siempre le decía:
"Sofía, no te preocupes. La noche es mágica y está llena de secretos maravillosos."
Pero Sofía no podía escuchar a su mamá. La oscuridad le parecía un lugar aterrador. Así que cada noche, su mamá la acurrucaba y le leía un cuento hasta que se dormía.
Un día, mientras caminaba por el parque con su mejor amiga, Lucía, Sofía se detuvo al ver un grupo de niños que jugaban felices en el patio de su escuela.
"¿Por qué no jugamos con ellos?" - propuso Lucía.
"No puedo, ya va a oscurecer y necesito volver a casa. No me gusta la noche" - respondió Sofía, con un suspiro.
Lucía, preocupada, le dijo:
"Pero la noche también tiene cosas lindas. ¿No has visto cómo brillan las estrellas? ¿Y los cuentos que cuentan sobre los murciélagos?"
Esa noche, Sofía decidió que tendría un sueño sorprendente. Se llenó de valor y le dijo a su mamá:
"Esta vez quiero intentar dormir sola."
Su mamá sonrió y le ayudó a preparar su habitación. Colocaron un par de lámparas de luz suave y su muñeca favorita en la cama, para que no se sintiera tan sola. Pero cuando llegó la noche, Sofía se sintió igual que antes.
De repente, escuchó un suave golpeteo en la ventana. Era un pequeño búho que la observaba. Intentando asustarlo, Sofía abrió la ventana y gritó:
"¿Qué querés, búho? ¡Para de hacer ruido!"
Pero el búho, en lugar de asustarse, le habló con una voz suave y melodiosa:
"Hola, Sofía. Soy Oliver. No deberías temerle a la noche. La oscuridad es solo el manto que hace brillar a las estrellas."
Sofía se sorprendió.
"¿Cómo pueden ser las estrellas tan lindas si no las puedo ver por mi miedo?"
"Deja que te muestre un secreto - dijo Oliver. - Ven conmigo."
Así, Sofía salió del cuarto y siguió al búho hasta el jardín. Allí, en el cielo, las estrellas brillaban con fuerza.
"Mirá, cada estrella es como un amigo que está contigo, incluso cuando no puede verte. ¿Ves esa brillante?" - apuntó Oliver. "Es la Estrella de los Sueños. Cada vez que la miras, puedes pedir un deseo."
Sofía miró a su alrededor y se sintió tranquila.
"¿Podrías ayudarme a no tener miedo?" - preguntó.
Oliver sonrió y le dijo:
"Claro. Solo debes recordar que todas las criaturas de la noche son tus amigas. Los luciérnagas, los murciélagos, incluso los gatos. Si los miras con amor, verás que la noche no es aterradora."
Al volver a casa, Sofía decidió que iba a hacer un pequeño ritual. Cada noche, antes de darse la vuelta en la cama, contaría un cuento sobre las maravillas de la noche. Así, poco a poco, comenzó a disfrutar de las historias sobre criaturas nocturnas.
Una noche, cuando se sintió muy valiente, dijo:
"Hoy miraré las estrellas... sin miedo."
Y así fue. Sofía se arropó en su cama, miró por la ventana y vio a Oliver.
"¡Hola, Sofía! ¿Lista para la aventura de esta noche?"
Sofía asintió con entusiasmo.
Poco a poco, Sofía aprendió a amar la noche, y cada día colaboraba con Oliver en una misión especial de contar historias para convencer a otros niños de que la noche era un lugar mágico y no un lugar peligroso. Usaron la luz de las estrellas como inspiración.
Finalmente, cada vez que se hacía de noche, Sofía ya no sentía miedo. Al contrario, sentía emoción. Había descubierto el verdadero tesoro de la noche: sus secretos brillantes.
Y así, después de muchas aventuras, Sofía se convirtió en "Sofía la valiente": una chica que no solo durmió sola en su cama, sino que también ayudó a otros a vencer sus propios miedos. Cada noche, al mirar las estrellas, recordaba lo que Oliver le había enseñado, y sabía que la magia de la noche siempre estaría de su lado.
FIN.