La valiente vejigante
En un pequeño pueblo de Puerto Rico vivía Tairys, una niña llena de alegría y entusiasmo. Desde muy pequeña, Tairys tenía una pasión especial por la música y el baile.
Con tan solo dos años, ya podía cantar la canción —"Bailala" con su vocabulario de infante. A medida que Tairys crecía, su amor por la música y el carnaval también crecía.
Ella soñaba con ser vejigante, esos personajes coloridos y alegres que alegran las comparsas en los carnavales del pueblo. Los vejigantes llevaban máscaras hechas a mano y trajes brillantes que llenaban de vida cada rincón del desfile.
Tairys sabía que para convertirse en una verdadera vejigante necesitaba aprender el arte de hacer sus propias máscaras y atuendos. Entonces decidió juntarse con sus amigos más cercanos: Martín, un talentoso artesano; Sofía, una experta en costura; y Lucas, un músico increíblemente talentoso. Juntos formaron un equipo imparable.
Martín enseñó a Tairys cómo tallar madera para crear las máscaras más hermosas que jamás se hubieran visto. Sofía le mostró cómo coser telas brillantes y coloridas para hacer los trajes más espectaculares. Y Lucas tocaba ritmos contagiosos en su tambor mientras ensayaban las coreografías.
Pero no todo fue fácil para Tairys y sus amigos. En su camino hacia la perfección como vejigantes, se encontraron con varios obstáculos. Algunos vecinos no entendían por qué una niña tan joven quería ser vejigante.
Otros pensaban que era una pérdida de tiempo y que debería enfocarse en cosas más —"serias" . Pero Tairys no se dejó desanimar por los comentarios negativos.
Sabía que su pasión era real y que podía hacer felices a muchas personas con su arte. Decidió seguir adelante, trabajando duro cada día para mejorar sus habilidades y demostrarles a todos que estaba destinada a ser una gran vejigante. Finalmente, llegó el día del carnaval.
Tairys estaba emocionada y nerviosa al mismo tiempo. Se puso su máscara y su traje hecho con tanto amor y dedicación junto a sus amigos. Cuando salieron a la calle, la multitud quedó asombrada por la belleza de las máscaras y los trajes.
La música comenzó a sonar, y Tairys bailaba con tanta gracia y alegría que todos los presentes no podían dejar de mirarla maravillados. La energía positiva se contagiaba por todo el pueblo mientras los vejigantes danzaban al ritmo de la música.
Al final del desfile, Tairys recibió un gran aplauso de todos los presentes. Su sueño se había hecho realidad: había logrado convertirse en una verdadera vejigante e hizo felices a todos aquellos visitantes y turistas que disfrutaron del carnaval.
Tairys aprendió muchas lecciones importantes en este camino hacia cumplir su sueño como vejigante.
Aprendió sobre perseverancia, trabajo en equipo, creer en sí misma incluso cuando otros dudaban de ella, pero lo más importante fue aprender a nunca renunciar a sus sueños. Desde aquel día, Tairys siguió siendo una de las mejores vejigantes del pueblo. Cada año, trabajaba junto a Martín, Sofía y Lucas para crear nuevas máscaras y trajes aún más impresionantes.
Su amor por la música y el carnaval nunca disminuyó. Y así, Tairys demostró que no importa cuán pequeño o joven seas, si tienes pasión y perseverancia, puedes lograr cualquier cosa que te propongas.
Ella inspiró a muchos otros niños del pueblo a seguir sus sueños y encontrar su propia forma de alegrar la vida de los demás. Fin.
FIN.