La Vaquita de San Antonio y el Lugar que Nunca Había Visto



Había una vez una vaquita de San Antonio llamada Violeta. Violeta era muy curiosa y siempre estaba viajando de un lugar a otro. Saltaba de jardín en jardín, de campo en campo, explorando nuevos sitios. Pero a pesar de conocer tantos lugares, Violeta se sentía un poco triste.

Un día, mientras descansaba en una hoja de un árbol, vio a una mariposa de colores brillantes.

"¡Hola, mariposa! ¿De dónde venís?" - preguntó Violeta.

"¡Hola, Violeta! Yo vengo de un lugar mágico donde las flores nunca se marchitan y siempre hay risas. ¿Querés venir conmigo?" - respondió la mariposa.

Los ojos de Violeta brillaron de emoción.

"Sí, ¡me encantaría!" - dijo, levantando el vuelo.

Las dos amigas volaron juntas por el cielo azul, hasta llegar a un hermoso jardín lleno de flores de todos colores. Allí, Violeta conoció a otros insectos: una abeja llamada Bambi, un escarabajo llamado Hugo y una libélula llamada Lila.

"¡Bienvenida, Violeta!" - gritaron en coro.

"Este es el Jardín de la Amistad. Siempre estamos felices aquí porque disfrutamos de la compañía. ¿Qué te trae a este lugar?" - preguntó Bambi.

Violeta suspiró y contestó:

"He estado viajando mucho, pero me siento triste porque siempre estoy sola. La gente suele irse y cambiar de lugar, y yo nunca encuentro un lugar para quedarme.

Lila, la libélula, se acercó y dijo:

"No es necesario estar sola, Violeta. Aquí todos somos amigos y siempre hay espacio para más. Cada vez que vengan nuevos amigos al jardín, hacemos una gran fiesta!"

Hugo, el escarabajo, confirmó:

"¡Así es! A todos los que llegan, les mostramos lo que hemos aprendido y compartimos lo que tenemos!"

Violeta sonrió, pero aún tenía una duda:

"¿Pero qué pasa si decido seguir viajando de nuevo? Esto se siente tan bien..."

Bambi explicó:

"No importa si decides irte, siempre podrás regresar. Lo importante es que ahora tenés amigos en muchos lugares, y cada uno de estos lugares tendrá un rincón para vos".

Mientras hablaban, Violeta se dio cuenta de que la tristeza comenzaba a desvanecerse.

"¡Entonces a partir de ahora estaré feliz sabiendo que puedo venir y visitar a mis amigos siempre que quiera!" - exclamó.

Pasaron el resto del día jugando entre las flores, riendo y disfrutando de la compañía. Violeta se sintió tan llena de alegría que, por primera vez, no le importó marcharse. Sabía que siempre tendría ese lugar especial en el Jardín de la Amistad.

Cuando llegó la hora de irse, la mariposa la llevó de regreso a su hogar.

"Gracias por compartirme este lugar hermoso. Regresaré pronto!" - dijo Violeta emocionada.

Desde ese día, Violeta no volvió a sentirse sola. Empezó a tocar la puerta de todos los jardines, a conocer nuevos amigos y regresar al jardín mágico entre aventuras. Aprendió que la amistad se puede encontrar en cualquier lugar y que siempre hay un rincón en el corazón para todos.

Y así, la vaquita de San Antonio dejó de sentirse triste y comenzó a disfrutar de cada viaje, sabiendo que lo más hermoso de viajar era compartir experiencias con compañeros de aventuras.

FIN.

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