La Vara de Ana



Ana era una niña muy especial, porque tenía una vara mágica que emitía destellos brillantes. Esta vara la había encontrado en el bosque mientras jugaba con sus amigos y al tocarla, sintió un cosquilleo en todo su cuerpo.

Desde ese día, Ana llevaba siempre consigo su vara mágica. Con ella podía hacer todo tipo de trucos impresionantes y divertidos.

Pero lo más interesante de todo era que los destellos de su vara seguían a cualquiera que los veía. Un día, mientras caminaba por el parque con su familia, Ana notó que un niño lloraba desconsoladamente sentado en un banco. Ana se acercó a él y le preguntó qué pasaba.

"Mi pelota ha quedado atascada en el árbol y no puedo recuperarla" -respondió el niño sollozando. Ana sonrió y sacó su vara mágica. Hizo unos movimientos con ella y lanzó destellos hacia el árbol donde estaba la pelota del niño.

Los destellos se posaron sobre la pelota y comenzaron a moverla hasta liberarla del árbol. El niño miró asombrado cómo la pelota caía justo frente a él. Luego se levantó emocionado para darle las gracias a Ana.

"¡Eso fue increíble! ¿Cómo lo hiciste?" -preguntó el niño maravillado. "Con mi vara mágica" -respondió Ana sonriendo"Los destellos brillantes siguen a cualquiera que los ve. "El niño se puso aún más contento al escuchar esto y le preguntó si podía tocar la vara mágica.

Ana asintió y le dejó sostenerla un momento. "¡Guau! ¡Es realmente mágica!" -exclamó el niño emocionado. Ana se despidió del niño y continuó paseando con su familia por el parque.

Pero mientras caminaba, notó que los destellos de su vara mágica seguían al niño que acababa de ayudar. Se acercó para ver qué pasaba y lo encontró jugando felizmente con otros niños en un campo cercano.

"¡Mira mamá! ¡Los destellos me siguen a mí!" -gritaba el niño entusiasmado mientras corría por el campo.

Ana sonrió al ver la felicidad del niño y se dio cuenta de algo importante: su vara mágica no sólo servía para hacer trucos divertidos, sino también para ayudar a otras personas a ser felices. Desde ese día, Ana comenzó a usar su vara mágica para ayudar a todo aquel que necesitara una mano amiga.

Y aunque muchas veces las cosas no salían como ella esperaba, siempre aprendía algo nuevo en cada aventura. Así fue como Ana descubrió que la verdadera magia estaba en ayudar a los demás y hacerles sonreír con pequeñas acciones cotidianas.

FIN.

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