La varita de los sueños
En el mágico pueblo de Fantasía, cada habitante tenía su propia varita mágica. Desde pequeños, aprendían a usarla para cambiar formas, colores y hasta crear cosas increíbles. El pueblo estaba lleno de risas y color, pero había una regla muy importante: nunca debían usar sus varitas para hacer daño.
La protagonista de nuestra historia se llama Luna, una niña curiosa y valiente que soñaba con ser la mejor maga de Fantasía. Luna siempre miraba envidiosamente a su hermana mayor, Sol, quien era conocida como la maga más talentosa del lugar.
Un día, mientras Luna practicaba sus hechizos en el bosque, se encontró con un pequeño gato negro atrapado entre unas ramas.
"¡Ayuda! ¡No puedo salir!" - maullaba el gato, moviendo sus patitas con desesperación.
Luna, sin pensarlo dos veces, levantó su varita.
"¡Varita, ábrete paso!" - exclamó. Con un destello de luz, las ramas se separaron y el gato pudo escapar.
"¡Gracias! Soy un gato mágico. ¿Cómo te llamas?" - dijo el gato, estirando sus patitas.
"Me llamo Luna. ¿Eres de aquí?" - preguntó la niña emocionada.
"Soy un visitante, pero llegué buscando algo especial. He sentido que en este pueblo hay mucha magia, pero también ha aparecido un reto para todos ustedes" - explicó el gato.
Intrigada, Luna preguntó:
"¿Qué tipo de reto?"
"Una sombra oscura está robando la magia de Fantasía. Necesitamos unir fuerzas para detenerla, pero hay que ser muy valientes."
Luna decidió ayudar al gato y, juntos, llegaron a la plaza del pueblo, donde todos los habitantes estaban reunidos.
"¡Atención!" - gritó Luna. "¡Un gato mágico me dijo que hay una sombra oscura robando nuestra magia!"
La multitud murmulló preocupada.
"¿Qué podemos hacer?" - preguntó Sol, la hermana de Luna, que ya había tomado su varita.
"Necesitamos un plan. No podemos dejar que la sombra se lleve nuestros sueños." - Luna, quien nunca había hablado en público, sorprendió a su hermana.
Con la ayuda del gato, se formó un equipo. Para derrotar a la sombra, debían juntar la magia de cada uno. Así, cada habitante prestaba un poco de su luz y, mediante un gran hechizo, lograron una bola de energía brillante.
"¡Ahora, a buscar a la sombra!" - lideró Sol.
Mientras todos buscaban, Luna empezó a notar que la sombra se escondía en el bosque. A medida que se acercaban, pudieron ver que la sombra era, en realidad, una nube oscura que absorbía la luz de la magia.
"¡Debemos luchar juntos!" - gritó Luna.
Una vez más, levantaron sus varitas al unísono.
"Con nuestra magia, unidos, ¡aportamos luz!" - chillaron todos al mismo tiempo.
La nube oscura se tambaleó por un momento, y Luna sintió que la alegría que había dentro de ella también brillaba más fuerte.
"¡Lo tenemos! ¡Seguimos!" - dijo el gato mágico.
Sin embargo, la sombra se volvió más fuerte.
"No puedo... no puedo" - comenzó a decir Sol, débilmente. "La sombra es demasiado poderosa..."
"¡No, Sol! ¡Tú puedes! ¡Todos podemos!" - exclamó Luna, recordando la alegría que traía la magia al pueblo.
Desde aquel momento, el pueblo unió sus corazones y juntos enviaron un haz de luz tan brillante que la sombra se disolvió. Todos empezaron a celebrar y a abrazarse.
"¡Lo logramos!" - gritó el gato, saltando de felicidad.
Luna miró hacia su hermana.
"Gracias por ayudarme, Sol."
"No, gracias a vos, Luna. Hoy descubrí que no siempre se necesita ser la más poderosa, sino ser valiente y creer en los demás."
Así, el pueblo de Fantasía aprendió que la verdadera magia reside en la unión y en el amor que comparten.
FIN.