La varita del amor


Había una vez una niña llamada Susanita, que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Susanita tenía una mamá muy enferma, quien luchaba valientemente contra el cáncer.

La enfermedad había debilitado mucho a su mamá y Susanita se dedicaba por completo a cuidarla. Un día, mientras Susanita paseaba tristemente por el bosque cercano a su casa, se encontró con un mago muy peculiar. El mago tenía barba larga y blanca, y llevaba consigo una varita mágica brillante.

El mago notó la tristeza en los ojos de Susanita y le preguntó qué le pasaba. Ella le contó sobre la enfermedad de su mamá y cómo deseaba encontrar una cura para ella.

El mago sonrió gentilmente y le dijo: "Susanita, tengo algo especial para ti. Esta varita mágica tiene poderes increíbles que pueden curar cualquier enfermedad". Susanita no podía creer lo que estaba escuchando. Estaba emocionada pero también un poco escéptica.

El mago continuó: "Pero antes de darte esta varita mágica, debes prometerme algo muy importante". Susanita asintió con la cabeza, ansiosa por saber qué era lo que el mago quería. "Debes usar esta varita solo cuando realmente lo necesites", dijo el mago seriamente.

"La verdadera fuerza está dentro de ti misma y siempre debes recordar eso". Susanita aceptó la condición del mago sin dudarlo porque amaba tanto a su mamá que solo quería verla sana otra vez.

Cuando llegaron a casa, Susanita guardó la varita mágica en un lugar seguro y continuó cuidando a su mamá con amor y dedicación. Le daba medicamentos, la ayudaba a comer y siempre estaba a su lado para darle ánimos.

Pero un día, mientras Susanita se encontraba limpiando el desván de la casa, escuchó un ruido extraño proveniente de la habitación de su mamá. Corrió rápidamente hacia allí y vio que su mamá estaba peor que nunca.

Susanita recordó lo que el mago le había dicho sobre usar la varita solo cuando realmente lo necesitara.

Sin pensarlo dos veces, tomó la varita mágica entre sus manos temblorosas y pronunció las palabras mágicas: "¡Curarela!"De repente, una luz brillante envolvió a su mamá y poco a poco comenzaron a desaparecer todos los síntomas del cáncer. La enfermedad se alejaba lentamente hasta desaparecer por completo. La mamá de Susanita abrió los ojos lentamente y sonrió al ver a su hija frente a ella.

Ambas se abrazaron con fuerza, llenas de felicidad. Después de ese día, Susanita guardó nuevamente la varita mágica en un lugar seguro.

Aprendió que aunque tenía el poder de curar, también era importante confiar en los médicos y tratamientos adecuados. Con el tiempo, la historia de Susanita y su valentía se extendió por todo el pueblo. Muchos niños aprendieron sobre el amor incondicional que tiene una hija hacia su madre enferma.

Y así fue como Susanita demostró al mundo entero que no importa cuán difícil sea la situación, siempre hay esperanza y fuerza dentro de nosotros para enfrentar cualquier desafío.

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