La Varita Mágica de Lola
Era una mañana soleada cuando Lola, una niña curiosa y aventurera, salió de su casa con un objetivo en mente: comprar pan. Mientras caminaba por la vereda, algo brillante llamó su atención. Al acercarse, se dio cuenta de que era una varita de mago, reluciente y fascinante.
"¡Mirá, es una varita de mago!" se dijo a sí misma, mientras la recogía con cuidado. Justo en ese momento, un fuerte viento sopló y un estremecimiento recorrió su cuerpo. Lola sintió que de alguna manera, la varita había cobrado vida.
**Escena 1: En su casa**
Lola llegó a casa con la varita en la mano y se la mostró a su hermano pequeño, Tomi.
"¡Mirá lo que encontré, Tomi! ¡Es una varita mágica!"
"¡No te creo! ¿Cómo sé que es de verdad?"
"Voy a probarla. ¡Abre la ventana!"
Lola agitó la varita y gritó: "¡Que las ventanas se cierren solas!"
Para su sorpresa, las ventanas de la casa comenzaron a cerrarse una a una.
"¡Impresionante!" exclamó Tomi, con los ojos brillantes de asombro.
Sin embargo, al ver que las ventanas comenzaron a golpear con fuerza, Lola se asustó.
"¡Ay no! ¡Detente!"
Y así, el viento volvió a calmarse y todo volvió a la normalidad.
**Final 1: La responsabilidad de la magia**
Lola comprendió que tener un poder como aquel venía con grandes responsabilidades. Desde ese día, decidió usar la varita solo para cosas buenas. Ayudaba a sus amigos y familiares, convirtiendo pequeños problemas en grandes aventuras.
"¡Tomi! ¡Hoy cura un rasguño!"
Y siempre que se encontraba en un dilema, miraba la varita y recordaba que la verdadera magia estaba en su corazón y en ser buena con los demás.
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**Escena 2: En el parque**
Un poco más tarde, Lola fue al parque con la varita. Allí se encontró con sus amigos.
"¡Chicos, miren lo que tengo!"
Emocionados, se reunieron a su alrededor.
"¿De verdad es mágica?" preguntó Ana.
"¡Claro! Voy a hacer que esos globos vuelen hasta el cielo. ¡Miren!"
Lola agitó la varita y dijo: "¡Globos, hacia el cielo!"
Los globos empezaron a elevarse, pero un viento fuerte hizo que algunos se escaparan sin control.
"¡Nooooo!" gritaron sus amigos, tratando de atraparlos.
**Final 2: Aprendiendo de los errores**
Al darse cuenta de que no siempre podría controlar la magia, Lola decidió que era mejor usar su creatividad. Juntos, comenzaron a dibujar globos en el suelo con tiza y, al final, crearon un hermoso mural en el parque que alegró a todos los que pasaron.
"Tal vez no necesitemos magia, sólo un poco de imaginación", dijo Lola, sonriendo.
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**Escena 3: En la escuela**
Al siguiente día, con la varita aún en su mochila, Lola fue a la escuela. Durante la clase de arte, su maestra les preguntó cómo podían hacer que las historias cobraran vida.
"Yo tengo algo que puede ayudar", dijo Lola mostrando la varita.
La maestra, sorprendida, animó a la clase a usarla.
"¡Vamos a hacer una obra de teatro!" propuso la maestra.
Emocionada, Lola usó la varita para hacer que los pupitres se movieran y crearan un escenario improvisado. Pero de repente, los libros comenzaron a volar alrededor.
"¡Lola, detén eso!" gritó su amiga Clara.
**Final 3: La importancia del trabajo en equipo**
Después de ese caos, Lola se dio cuenta de que, aunque la varita era mágica, no podía hacer las cosas sola. Con la ayuda de sus compañeros, organizaron los libros y crearon una obra donde todos tuvieron su papel.
"¡El verdadero poder está cuando trabajamos juntos!" exclamó Lola al final de la función.
Y así, a través de sus aventuras con la varita mágica, Lola aprendió valiosas lecciones sobre responsabilidad, creatividad y trabajo en equipo. Las experiencias en su casa, el parque y la escuela la hicieron crecer y comprender que la magia más poderosa vive en cada uno de nosotros cuando elegimos ser mejores cada día.
FIN.