La Varita Perdida de la Bruja Bondadosa



Un hermoso día de primavera, Leo, Maxi y Tito caminaban juntos hacia la escuela. El sol brillaba en el cielo y los pajaritos cantaban felices en los árboles.

Los chicos charlaban animadamente sobre sus planes para el fin de semana. De repente, un ruido extraño los hizo detenerse en seco. Miraron a su alrededor tratando de identificar de dónde provenía el sonido. Fue entonces cuando vieron a una figura extraña acercándose a ellos.

Era una bruja con una larga nariz ganchuda y un sombrero puntiagudo. Sus ropas eran oscuras y arrugadas, pero ella parecía amable. - Hola niños -dijo la bruja con una sonrisa-.

¿Qué hacen por aquí? Los chicos estaban asustados al principio, pero luego se dieron cuenta de que la bruja no era mala. - Hola -respondió Leo tímidamente-. Estamos yendo a la escuela. - Ah, qué bien -dijo la bruja-. Yo también voy a la escuela.

Pero necesito encontrar algo antes. ¿Podrían ayudarme? Los chicos asintieron sin saber qué esperar. La bruja les explicó que había perdido su varita mágica en el bosque cercano y no podía hacer magia sin ella.

Les preguntó si estarían dispuestos a ayudarla a buscarla. Leo, Maxi y Tito intercambiaron miradas nerviosas entre sí antes de aceptar ayudarla. Caminaron hacia el bosque mientras buscaban pistas sobre dónde podría haber caído su varita mágica.

La bruja les contó historias divertidas sobre su vida como bruja y los chicos se dieron cuenta de que no tenía nada de malvada. De repente, encontraron la varita mágica en el suelo detrás de un árbol.

La bruja estaba encantada y agradeció a los chicos por su ayuda. - Ustedes son muy amables -dijo la bruja-. Como recompensa, me gustaría hacerles un pequeño hechizo. Los chicos estaban emocionados y asintieron con entusiasmo.

La bruja realizó un hechizo que hizo crecer flores y plantas alrededor de ellos. Los niños quedaron impresionados por lo hermoso que era todo. - Gracias -dijeron los chicos al mismo tiempo-. Esto es increíble. La bruja sonrió felizmente mientras los observaba disfrutar del hechizo.

Luego les explicó cómo podían cuidar las plantas para que siguieran creciendo fuertes y sanas. Después de eso, la bruja se despidió de ellos con una cálida sonrisa y continuó su camino hacia la escuela.

Los chicos volvieron a caminar juntos hacia la escuela, pero ahora tenían algo nuevo en común: una experiencia mágica e inolvidable con una amable bruja. Aprendieron que no debían juzgar a alguien solo por su apariencia o reputación, sino conocerlos primero antes de sacar conclusiones precipitadas.

FIN.

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