La vecina Juan Carlos y su cama mágica
Había una vez en un barrio muy especial, una vecina muy particular llamada Juan Carlos. Lo que la hacía especial no era su nombre, sino su cama mágica.
Juan Carlos, a pesar de ser muy joven, tenía una cama que le permitía viajar a cualquier lugar que deseara. Todos los días, después de la escuela, Juan Carlos se acostaba en su cama, cerraba los ojos y pensaba en el lugar más mágico al que le gustaría ir.
Y así, su cama lo llevaba a lugares increíbles, como selvas llenas de animales exóticos, castillos encantados, e incluso al espacio exterior, donde podía observar las estrellas y los planetas.
"¡Mamá, mamá, hoy fui a pasear por el fondo del mar!" exclamaba Juan Carlos emocionado al regresar de sus viajes. Su mamá, sabiendo lo especial que era la cama de su hijo, siempre le pedía que le contara sus aventuras.
Un día, mientras Juan Carlos viajaba en su cama mágica, se dio cuenta de que algo no estaba bien. La cama comenzó a temblar y a sacudirse, y antes de que pudiera hacer algo, Juan Carlos se encontraba en medio de un bosque muy frondoso.
Estaba asustado, pero decidió explorar el lugar para buscar ayuda. Luego de caminar un rato, se encontró con una hermosa hada que le explicó que la cama mágica estaba teniendo problemas porque Juan Carlos había estado viajando demasiado sin descansar.
El hada le enseñó que, al igual que las personas, la cama también necesitaba cuidados y descanso para seguir funcionando correctamente. Juan Carlos entendió la lección y prometió ser más cuidadoso con su cama mágica.
A partir de ese día, Juan Carlos aprendió a escuchar a su cama y le dio el descanso que necesitaba, y juntos continuaron viviendo aventuras increíbles, pero con más responsabilidad. De esta forma, Juan Carlos comprendió la importancia de cuidar de las cosas especiales que tenía en su vida.
FIN.