La vela mágica


Había una vez, en el hermoso pueblo de Oaxaca, un hombre llamado Roberto y una mujer llamada Alba. Roberto era un carpintero muy talentoso que construía muebles maravillosos con sus propias manos.

Alba, por otro lado, era una mujer amorosa y dedicada que siempre cuidaba de su hogar. Una noche, después de un largo día de trabajo, Roberto regresó a casa agotado.

Cuando entró en la sala de estar, notó algo extraño: había una vela encendida sobre la mesa. Se preguntó quién podría haberla dejado allí y se dirigió hacia la cocina para buscar a Alba. "¡Alba! ¡Hay una vela encendida en la sala!", exclamó Roberto sorprendido.

Alba sonrió misteriosamente y respondió: "Roberto, esa vela es especial. Cada noche la enciendo como símbolo de esperanza y luz en nuestras vidas". Roberto se acercó a Alba intrigado y le preguntó por qué necesitaban esperanza y luz cuando ya tenían todo lo que necesitaban.

Alba tomó las manos de Roberto con ternura y le explicó: "Mi amor, aunque tenemos muchas bendiciones en nuestras vidas, todos enfrentamos momentos difíciles alguna vez. Esta vela representa nuestra fuerza interior para superar cualquier obstáculo que se presente".

Roberto reflexionó sobre las palabras de Alba mientras observaba la pequeña llama danzante en la habitación. Comenzó a darse cuenta de cuántas veces había enfrentado desafíos en su vida y cómo siempre encontraba el coraje para seguir adelante.

A partir de ese día, cada noche al llegar a casa, Roberto buscaba la vela encendida en la sala. Sabía que Alba había estado allí antes que él, dejando su mensaje de esperanza y fortaleza.

Pero un día, cuando Roberto llegó a casa, no encontró la vela encendida. Se preocupó y corrió hacia la cocina para buscar a Alba. "¡Alba! ¡La vela no está!", exclamó Roberto con angustia.

Alba lo miró con una sonrisa enigmática y dijo: "Mi amor, hoy es el día en que debes encontrar tu propia luz interior". Roberto se sintió confundido al principio, pero luego recordó todas las veces que había superado dificultades gracias a su fuerza interior.

Comenzó a darse cuenta de que tenía el poder de encender su propia llama de esperanza y coraje. A partir de ese día, Roberto comenzó a enfrentar los desafíos con valentía y determinación.

Ya no necesitaba la vela para recordarle su fuerza interior porque ahora sabía que siempre estaba dentro de él. Con el tiempo, Roberto se convirtió en un reconocido carpintero cuyas creaciones eran admiradas por todos en el pueblo.

Alba siempre estuvo a su lado, apoyándolo incondicionalmente y recordándole cuán brillante era su luz interior. Y así fue como Roberto aprendió una valiosa lección gracias a la misteriosa vela encendida por Alba.

Descubrió que todos tenemos una luz especial dentro de nosotros que nos ayuda a superar los momentos difíciles y alcanzar nuestros sueños más grandes.

Desde entonces, cada vez que veía una vela encendida en cualquier lugar del mundo, Roberto recordaba la importancia de encontrar su propia luz interior y se sentía inspirado para seguir adelante, sin importar cuán oscuro pudiera parecer el camino. Y así, Roberto y Alba vivieron felices para siempre, compartiendo su historia con todos aquellos que necesitaban un recordatorio de la fuerza que llevan dentro. .

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