La velocidad de Laura


Había una vez en el bosque encantado de Villa Tortuguita, una tortuga muy especial llamada Laura. Laura era conocida por ser la más rápida del bosque, siempre ganando las carreras que organizaban los animales.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Laura encontró un chupete tirado en el suelo. Era de color celeste y brillaba como si estuviera hecho de purpurina. Sin pensarlo dos veces, lo agarró con su boca y comenzó a chuparlo.

Desde ese momento, algo extraño comenzó a suceder. Laura sentía que sus patas se volvían más lentas y pesadas. Por más que intentaba correr, ya no podía alcanzar la velocidad de antes.

Los demás animales del bosque notaron el cambio en Laura y comenzaron a preocuparse. "¡Laura! ¿Qué te pasó? Antes eras la más veloz del bosque", le preguntó Lucas el conejo. "No lo sé... Encontré este chupete y desde que lo tengo todo cambió", respondió Laura con tristeza.

Los animales decidieron ir a consultar al sabio Búho Ulises, quien vivía en lo alto de un árbol centenario en el centro del bosque.

Ulises los escuchó atentamente y les explicó:"Este chupete tiene poderes mágicos que están afectando la velocidad de Laura. Para romper el hechizo, deben encontrar tres plumas mágicas escondidas en lugares peligrosos del bosque". Sin dudarlo, todos los animales se ofrecieron para ayudar a Laura a recuperar su velocidad.

El primero en partir fue Lucas el conejo hacia la cueva oscura donde habitaba la araña gigante Esmeralda. Con astucia y valentía logró conseguir la primera pluma mágica. El siguiente en salir fue Martín el zorro rumbo al río embrujado custodiado por sirenas cantoras.

Con sigilo y determinación logró obtener la segunda pluma mágica entre las algas danzantes.

Por último, llegó el turno de Valentina la mariposa quien voló hasta lo alto de la montaña helada donde vivía el dragón Dormilón protector de las plumas mágicas. Con diplomacia y persuasión logró convencer al dragón para obtener la tercera pluma mágica. Con las tres plumas reunidas, regresaron junto a Laura para realizar un ritual que rompiera el hechizo del chupete.

Todos juntos formaron un círculo alrededor de ella mientras recitaban palabras antiguas llenas de magia y esperanza. De repente, una luz brillante envolvió a Laura y pudo sentir cómo su rapidez regresaba poco a poco.

El chupete desapareció entre destellos dejando solo un aroma dulce en el aire. "¡Lo logramos!", exclamaron todos emocionados al ver a Laura recuperar su velocidad habitual.

Agradecida con sus amigos por haberla ayudado, Laura prometió nunca más dejarse llevar por objetos desconocidos sin pensar antes en las consecuencias. Desde ese día, continuó siendo la tortuga más rápida del bosque gracias al apoyo incondicional de quienes tanto quería.

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