La venganza de David en la hacienda
Había una vez en una hacienda en los Andes peruanos, un niño llamado David que vivía con su familia y otros trabajadores. A pesar de su corta edad, David tenía que trabajar duro en la hacienda junto a sus compañeros, donde el cruel jefe los maltrataba constantemente. El jefe era un hombre sin escrúpulos que aprovechaba la inocencia de los niños para explotarlos.
Cansado de la injusticia, David decidió que era hora de tomar una acción valiente. Recordó los relatos de valentía que su abuelo le contaba de la tradición andina y se sintió inspirado. Un día, reunió a sus amigos de la hacienda y les propuso un plan para vengarse del jefe malvado. Todos estuvieron de acuerdo en ayudarlo.
"Amigos, no es justo que nos traten de esta manera. Debemos buscar una forma de enseñarle al jefe una lección", dijo David con determinación.
Juntos, elaboraron un plan astuto. Durante días, observaron las rutinas del jefe y notaron que era muy supersticioso. Decidieron usar esto a su favor. En la siguiente fiesta de la hacienda, en la víspera del Día de San Juan, prepararon una representación teatral con máscaras y cintas de colores. En medio de la fiesta, comenzaron a bailar y cantar, atrayendo la atención de todos, incluyendo al jefe. La actuación simulaba la aparición de espíritus de la montaña que venían a castigar a quienes no trataban bien a los niños trabajadores. El jefe, presa del miedo, empezó a pedir perdón en medio de la confusión y alboroto.
La valentía de David y sus amigos logró su cometido. El jefe, temblando, prometió mejorar las condiciones de trabajo y tratar a los trabajadores con respeto. Desde ese día, la hacienda se convirtió en un lugar más justo y amable para todos. David y sus amigos aprendieron que, con astucia y unidad, podían cambiar las cosas. Se convirtieron en héroes y su historia se convirtió en leyenda en la región.
Al final, David comprendió que la venganza no era el camino, pero sí la valentía de luchar por lo justo. Su valentía y liderazgo inspiraron a otros niños en la hacienda, y juntos lograron construir un lugar donde todos fueran tratados con dignidad y respeto.
FIN.