La venta solidaria de los niños



Gerardo y Mabel eran dos amigos muy divertidos que siempre buscaban maneras de hacer felices a los niños del barrio. Un día, se les ocurrió una idea genial: vender helados en sus autos.

-¡Mabel, tengo una idea! ¿Qué te parece si compramos un par de máquinas para hacer helados y salimos a venderlos por el barrio? -dijo Gerardo emocionado.

-¡Me encanta la idea! Yo puedo decorar mi auto con colores brillantes y dibujos de helados para que llame la atención -respondió Mabel con entusiasmo. Así fue como Gerardo compró las máquinas para hacer helados y Mabel decoró su auto con pinturas llamativas. Juntos salieron a recorrer las calles del barrio vendiendo sus ricos helados.

Los chicos del barrio se acercaban corriendo a los autos cuando escuchaban el sonido de la música que anunciaba su llegada. Gerardo y Mabel les ofrecían sabores variados como chocolate, vainilla, frutilla, limón y muchos más.

-Un helado de chocolate para mí, por favor -pedía un niño con los ojos brillantes de emoción al ver el carrito lleno de opciones. -Claro que sí. Aquí tienes tu delicioso helado -respondía Gerardo entregándole el cucurucho lleno de cremoso sabor.

Mientras tanto, Mabel contaba historias divertidas sobre cómo hacían los helados en su hogar cuando ella era pequeña. Los niños reían y disfrutaban sus relatos mientras saboreaban cada bocado dulce. Pero un día todo cambió cuando una tormenta fuerte se desató en el barrio.

Los autos de Gerardo y Mabel quedaron atrapados en una inundación y no pudieron salir a vender helados por varios días.

Los niños del barrio extrañaban los ricos helados que solían comprar a Gerardo y Mabel, así que decidieron juntarse para hacer algo especial. Con la ayuda de sus padres, organizaron una venta de garage para recaudar fondos y ayudar a sus amigos.

Gerardo y Mabel se sorprendieron cuando llegaron al lugar donde se realizaba la venta de garage. Allí encontraron a los niños vendiendo juguetes, libros y comida casera para recaudar dinero y ayudarlos.

-Se nos ocurrió hacer esto para poder ayudarte después de la tormenta -dijo un niño conmovido mientras le entregaba el dinero que habían recolectado. Gerardo y Mabel estaban emocionados por el gesto tan hermoso que habían tenido los niños del barrio.

Y aunque perdieron algunos días sin trabajar, aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de tener amigos verdaderos que están ahí cuando más los necesitas. Desde ese día, Gerardo y Mabel siguieron vendiendo sus ricos helados con más alegría aún porque sabían que contaban con amigos especiales en su camino.

FIN.

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