La ventana encantada



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un grupo de niños muy curiosos y aventureros. Ellos se llamaban Tomás, Sofía, Lucas y Valentina.

Vivían en casas cercanas y siempre se encontraban para jugar juntos después de la escuela. Un día, mientras jugaban en el parque del pueblo, Sofía notó algo extraño. Había una ventana misteriosa que nunca antes habían visto. Estaba ubicada al final del parque, justo detrás de unos arbustos altos.

Los niños decidieron acercarse a investigar. Al llegar a la ventana, vieron que estaba llena de libros de cuentos maravillosos y coloridos. Tomás fue el primero en tomar uno y comenzó a leerlo en voz alta para sus amigos.

Mientras lo hacía, todos los personajes saltaron fuera del libro y cobraron vida. Los niños quedaron asombrados al ver cómo los personajes interactuaban con ellos y les pedían ayuda para regresar a sus historias.

Pero antes de poder ayudarles, el espejo mágico que había al lado comenzó a brillar intensamente. De repente, todos fueron transportados dentro del espejo hacia un mundo completamente diferente. Era una escuela llena de lápices parlantes, marcadores bailarines y borradores cantarines.

La profesora era una botella encantada que enseñaba matemáticas jugando al balón con números flotantes.

Los niños aprendieron muchas cosas nuevas mientras exploraban esa maravillosa escuela mágica: cómo resolver sumas con cuadernos voladores; cómo atarse los zapatos sin nudos; incluso aprendieron sobre la importancia de llevar una mochila organizada y una cartuchera llena de colores. Pero, de repente, las cortinas del salón se cerraron y la escuela quedó sumida en la oscuridad.

Los niños se asustaron y comenzaron a buscar una solución. Fue entonces cuando Valentina encontró una lámpara mágica olvidada en un rincón.

Al frotarla, apareció un genio amigable que les explicó que para encender nuevamente la luz en el salón, debían encontrar cinco reglas mágicas escondidas por toda la escuela. Así que los niños comenzaron su búsqueda emocionante. Recorrieron cada rincón del lugar: desde las escobas cantando en el pasillo hasta los cuadernos voladores escondidos detrás de las puertas.

Finalmente, encontraron todas las reglas mágicas y las colocaron en el pizarrón. La luz volvió al salón y todos los personajes animados celebraron junto a los niños por haber resuelto el problema.

La profesora botella les agradeció su valentía y curiosidad, prometiéndoles que siempre podrían volver a visitar esa maravillosa escuela mágica cuando quisieran aprender más. Los niños regresaron al mundo real llevándose consigo grandes lecciones de amistad, trabajo en equipo y perseverancia.

Comprendieron que no importaba si un cuento era animado o no; lo importante era explorar, aprender y disfrutar cada aventura educativa que se presentara frente a ellos.

Desde ese día, Tomás, Sofía, Lucas y Valentina se convirtieron en los mejores amigos del pueblo Villa Esperanza y siempre buscaron nuevas ventanas misteriosas que les llevaran a descubrir mundos de aprendizaje y diversión. Y así, los niños continuaron su camino, llenando sus mochilas con conocimiento y su corazón con la alegría de aprender.

FIN.

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