La ventana mágica



Había una vez en el tranquilo pueblo de Villa Alegría, dos amigos llamados Nico y Juanito. Ellos eran inseparables y siempre estaban juntos jugando y riendo. Un día, mientras jugaban a la pelota en el parque, algo inesperado sucedió.

Nico pateó muy fuerte la pelota y accidentalmente golpeó la ventana de la casa del señor López, un vecino gruñón que siempre se quejaba de todo.

El señor López salió furioso de su casa y comenzó a gritarle a los niños. "¡Malditos chicos! ¡Miren lo que han hecho! Ahora tendrán que pagar por esa ventana rota". Nico sintió mucho miedo e intentó explicarle al señor López que había sido un accidente.

Pero el hombre estaba tan enojado que no quería escuchar razones. Juanito, quien era muy valiente, decidió intervenir para tratar de calmar la situación.

Se acercó al señor López con una sonrisa amable y le dijo: "Señor López, entendemos su enfado pero fue solo un accidente. Nosotros nos haremos cargo de reparar la ventana". El señor López se sorprendió por la actitud pacífica de Juanito y empezó a reflexionar sobre su reacción exagerada.

Después de unos momentos, suspiró y dijo: "Está bien chicos, si ustedes están dispuestos a repararla por sí mismos sin ayuda de nadie más". Nico y Juanito aceptaron con alegría el desafío propuesto por el señor López.

Sabían que no sería fácil pero estaban decididos a solucionarlo de la mejor manera posible. Así, los dos amigos se pusieron manos a la obra. Fueron al supermercado y compraron todos los materiales necesarios para reparar la ventana rota. Luego, buscaron en internet tutoriales sobre cómo hacerlo correctamente.

Durante varios días, Nico y Juanito trabajaron juntos con mucho esfuerzo y dedicación. Aprendieron a medir, cortar vidrios y utilizar herramientas adecuadas. A veces se equivocaban pero siempre encontraban una forma de solucionarlo.

Mientras tanto, el señor López los observaba desde su ventana cada día. Al ver el compromiso y la perseverancia de los niños, comenzó a admirarlos en secreto. Finalmente, llegó el día en que Nico y Juanito terminaron de reparar la ventana.

Estaba tan perfecta como antes e incluso parecía más brillante gracias al esfuerzo extra que habían puesto en ella. El señor López se acercó lentamente hacia ellos con una sonrisa en su rostro.

"Chicos, quiero pedirles disculpas por mi reacción impulsiva aquel día", dijo sinceramente. "Ustedes demostraron ser valientes, responsables y capaces de resolver problemas difíciles". Nico y Juanito asintieron con gratitud mientras escuchaban las palabras del señor López.

Desde ese momento, ellos supieron que había nacido una amistad especial entre ellos tres. A partir de ese día, Nico, Juanito y el señor López pasaron mucho tiempo juntos compartiendo risas y aprendiendo unos de otros.

El señor López les enseñó muchas cosas interesantes sobre su oficio como carpintero y ellos le mostraron cómo divertirse jugando sin causar problemas. La historia de Nico, Juanito y el señor López se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo.

Aprendieron que es mejor resolver los conflictos con calma y diálogo, en lugar de pelear y buscar venganza. Y así, Villa Alegría se transformó en un lugar donde reinaran la amistad, el respeto y la tolerancia.

Y todo gracias a dos niños valientes que supieron convertir una pelea en un final feliz.

FIN.

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