La ventana mágica



Había una vez un niño llamado Martín, quien siempre había tenido una gran imaginación y pasión por los libros. Un día, mientras exploraba el ático de su casa, descubrió una ventana escondida detrás de unas cajas viejas.

Sin pensarlo dos veces, se acercó y la abrió. Al abrir la ventana, Martín quedó sorprendido al ver un mundo completamente diferente al otro lado. Era un lugar mágico lleno de colores brillantes y paisajes encantadores.

Sin pensarlo dos veces, decidió entrar y comenzar su aventura. Una vez dentro, Martín se encontró en medio de un bosque misterioso. De repente, escuchó una voz familiar que provenía de entre los árboles.

Era Alicia, la protagonista del famoso libro "Alicia en el país de las maravillas". "¡Hola Martín! ¿Quieres venir a tomar el té conmigo y el Sombrerero Loco?"- le preguntó Alicia con una sonrisa. Martín aceptó emocionado la invitación y se dirigió hacia ellos.

Durante el té, charlaron animadamente sobre sus aventuras en sus respectivos mundos literarios. El Sombrerero Loco contaba chistes locos mientras todos reían a carcajadas.

Después del té, Martín continuó su camino por aquel fantástico mundo hasta llegar a un castillo encantado donde habitaba Drácula. "¡Bienvenido a mi morada! Soy Drácula"- dijo con voz grave-. "¿Te gustaría aprender algunos trucos mágicos?"Martín aceptó emocionado y Drácula le enseñó algunos trucos de magia que solo existían en los libros.

Martín se sentía como un verdadero mago y estaba ansioso por mostrar sus nuevos conocimientos a sus amigos. Al salir del castillo, Martín se encontró con Robin Hood, quien lo invitó a unirse a su banda de ladrones justicieros.

Juntos, robaron comida de los ricos para dársela a los pobres y ayudaron a quienes más lo necesitaban. La aventura continuó y Martín conoció a muchos otros personajes literarios como Don Quijote, Sherlock Holmes y Pinocho.

Cada encuentro le enseñaba algo nuevo sobre el mundo y la importancia de la imaginación. Finalmente, llegó el momento en que Martín tuvo que regresar a casa.

Se despidió de todos sus nuevos amigos con nostalgia pero lleno de alegría por todas las experiencias maravillosas que había vivido. De vuelta en su habitación, Martín miraba por la ventana recordando cada uno de esos momentos mágicos. Aprendió que los libros son una puerta hacia infinitas aventuras y que la imaginación no tiene límites.

Desde ese día, Martín dedicó aún más tiempo a la lectura y siempre llevaba consigo el recuerdo de aquel viaje fantástico.

Sabía que aunque no pudiera volver al mundo detrás de la ventana, siempre podría encontrar nuevas historias esperándolo entre las páginas de un libro. Y así, Martín siguió leyendo y descubriendo mundos increíbles donde quiera que fuera. Su amor por los libros nunca dejó de crecer y su imaginación nunca dejó de volar alto.

FIN.

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