La Verdad de Abril



Había una vez, en un frondoso árbol que tocaba las nubes, un reino mágico conocido como el Reino de los Susurros. En este encantador lugar vivía una pequeña hada llamada Abril. Desde su nacimiento, Abril había sido bendecida con la habilidad de volar y hacer brillar la vida a su alrededor. Sin embargo, su felicidad no era completa. Un dragón llamado Lucifer lanzó una maldición sobre ella: desde ese día, y hasta que cumpliera 16 años, no podía mentir a sus reyes, porque cada vez que lo hiciera se volvería más diminuta.

Abril no entendió bien por qué Lucifer le había hecho eso, pero sabía que estaba atada a esta regla. Así que se acostumbró a decir siempre la verdad, sin importar cuán difícil fuera. Ella sabía que cada vez que dirigía una palabra a sus reyes, sus alas brillaban con un tono dorado. Pero si decía una mentira, su luz se desvanecería y su cuerpo se haría más pequeño.

Un día, la reina Marisol y el rey Esteban organizaron un gran festín para celebrar el día de la verdad. Era el día más esperado del año, donde todos los habitantes del reino contaban sus historias más increíbles.

"Abril, ¿qué tal si nos cuentas cómo lograste que el río de caramelo fluyera nuevamente?" - preguntó el rey Esteban, sonriendo.

"Fue difícil, pero al final encontré la manera de hacer chantilly para atraer a las nubes y que llovieran dulces sobre el río", respondió Abril, recordando su experiencia.

Todos aplaudieron y se rieron. Abril se sentía orgullosa, pero también un poco nerviosa, ya que con cada elogio parecía más grande y fuerte. Sin embargo, no todo el mundo estaba contento. El dragón Lucifer observaba desde la distancia, rumiando su enojo.

El tiempo pasó, y a medida que Abril se acercaba a su cumpleaños número dieciséis, las situaciones se volvían más desafiantes. Un día, la pequeña hada se encontró en una encrucijada cuando la reina Marisol le pidió un consejo sobre cómo elegir al próximo guardián del arcoíris, alguien que protegiera la magia del reino.

"Abril, ¿qué piensas?" - preguntó la reina, claramente ansiosa.

Abril recordó a su amigo el ratón Teo, que realmente quería ser el guardián, pero ella no creía que tuviera el valor.

"Creo que Teo sería un gran guardián, podría hacerlo perfecto" - dijo Abril, dudando de sí misma.

Inmediatamente, sintió un escalofrío y su luz comenzó a apagarse.

"¡No! , ¡Lo dije sin pensar!" - se lamentó, encogiéndose un poco. La reina la observaba con sorpresa.

"¿Abril, estás bien?" - preguntó preocupada.

"Oh, no, perdón, no quise mentir. Teo es una buena persona, pero quizás aún no esté listo para ser guardián, necesita más confianza en sí mismo" - explicó Abril, mientras sus alas volvían a brillar.

La reina sonrió, comprendiendo que la verdad era más importante que la aprobación. Y así, fue Teo quien recibió el reconocimiento y, con el apoyo de Abril, se sintió empoderado para asumir el reto de ser el guardián del arcoíris.

Esa noche, durante el festejo por el regreso del río de caramelo, el dragón Lucifer finalmente decidió enfrentar a Abril.

"¡Pequeña hada! ¡Me has desafiado con tu verdad! ¿Acaso no sabes que si haces una sola mentira, te harás aún más diminuta?" - rugió Lucifer, muy enfadado.

"Pero no tengo miedo de ser pequeña, Lucifer! La verdad siempre brilla más que cualquier mentira, y eso no lo puedes quitarme" - replicó Abril con valentía.

Entonces, en un giro inesperado, las luces del reino comenzaron a titilar. La valentía de Abril hizo que el dragón se detuviera y reflexionara. En un instante, sintió que la maldición que había lanzado se desvanecía frente al valor y la luz del hada.

Desde ese día, Lucifer decidió regresar al bosque, sintiéndose menos inseguro y rodeado de nuevos amigos.

Abril, al cumplir 16 años, se dio cuenta de que había crecido no solo en estatura, sino en confianza y verdad, siendo un ejemplo para todos. En el Reino de los Susurros, cada historia verdadera era un puñado de magia, y ella se prometió seguir compartiendo su luz.

Y así, el reino floreció, siempre bajo el abrazo del árbol más frondoso, donde la confianza y la verdad resonaban eternamente.

Fin.

FIN.

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