La verdad de los colores



Había una vez en un hermoso pueblo llamado Arcoíris, dos amigas muy peculiares: la Verdad y la Mentira. La Verdad siempre se vestía de manera bonita y colorida, mientras que la Mentira prefería usar ropa fea y desaliñada.

Un día soleado, las dos amigas decidieron salir a caminar juntas por el bosque encantado que rodeaba su pueblo. Rieron, saltaron y disfrutaron del aire fresco mientras exploraban cada rincón mágico.

Llegaron a un lago cristalino y se emocionaron al ver lo invitante que lucía el agua. Sin pensarlo dos veces, se quitaron sus zapatos y corrieron para sumergirse en el refrescante lago. Pero al salir del agua, algo inesperado ocurrió: la ropa de la Verdad había desaparecido misteriosamente.

Ahora estaba allí parada, completamente desnuda frente a su amiga. La Mentira, quien era muy astuta y siempre buscaba oportunidades para aprovecharse de las situaciones, sonrió maliciosamente.

"¡Vaya! Parece que te quedaste sin ropa", dijo la Mentira con voz burlona. "Puedes ponerte mi ropa fea si quieres". La Verdad sintió vergüenza pero no dejó que eso le afectara.

Miró a su amiga con determinación y respondió:"No importa cómo me vea vestida o desnuda, lo importante es ser auténtica". Y sin dudarlo un segundo más, tomó las ropas feas de la Mentira y se las puso. Ambas continuaron caminando por el bosque, pero algo extraño sucedió.

A medida que la Verdad caminaba con las ropas de la Mentira, estas comenzaron a brillar y transformarse en hermosos vestidos llenos de colores vivos y radiantes. La Mentira se quedó asombrada al ver cómo su ropa fea se convertía en algo tan maravilloso.

Pero en lugar de alegrarse por su amiga, sintió celos y decidió hacerle una maldad. "¡Espera!", exclamó la Mentira fingiendo preocupación. "Creo que vi un tesoro escondido más adelante en el bosque.

Deberías ir a buscarlo mientras yo cuido tus nuevas ropas". Sin sospechar nada malo, la Verdad siguió el consejo de su amiga y corrió emocionada hacia donde supuestamente estaba el tesoro. Pero cuando llegó al lugar indicado, no encontró nada más que un montón de ramas secas.

Entonces comprendió todo: la Mentira había querido aprovecharse nuevamente de ella para quedarse con sus hermosas vestimentas. La Verdad regresó rápidamente al lago y encontró a la Mentira riéndose burlonamente mientras lucía los maravillosos vestidos.

La Verdad no se dejó vencer por el engaño de su amiga. Se acercó valientemente e hizo algo inesperado: le perdonó. "Sé que has actuado así porque te sentiste inferior", dijo la Verdad con comprensión.

"Pero recuerda que siempre es mejor ser auténtica aunque eso signifique vestirse feo, que vivir mintiendo y engañando a los demás". La Mentira se sintió profundamente avergonzada por su comportamiento y prometió cambiar.

Juntas, regresaron al pueblo de Arcoíris y compartieron la lección aprendida con todos sus habitantes. A partir de ese día, la Verdad y la Mentira se convirtieron en las mejores amigas del mundo.

La Mentira dejó atrás sus malos hábitos y comenzó a vestirse de manera bonita, pero esta vez sin necesidad de engañar a nadie. Y así, en el hermoso pueblo de Arcoíris, todos aprendieron que lo más importante es ser auténtico y honesto consigo mismo y con los demás.

Porque una verdad vestida fea siempre será mejor que una mentira vestida bonita.

FIN.

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