La Verdad de Mateo



Mateo era un niño curioso y aventurero, siempre dispuesto a explorar los rincones más recónditos del pueblo. Un día, mientras jugaba en el bosque cercano, se encontró con una criatura mágica: un hada diminuta con alas resplandecientes.

"-¡Hola, Mateo! Soy Aurora, el hada guardiana de la verdad", dijo la pequeña criatura con voz melodiosa. Mateo se quedó boquiabierto ante semejante descubrimiento. Nunca había visto algo tan maravilloso en su vida.

Aurora le explicó que su misión era proteger la verdad y castigar a aquellos que mentían. "-¿Por qué es tan importante la verdad?" preguntó Mateo con curiosidad. "-La verdad es como una luz que ilumina nuestro camino y nos guía por la senda correcta.

Cuando decimos mentiras, esa luz se apaga y perdemos nuestro rumbo", respondió Aurora sabiamente. Desde ese día, Mateo se comprometió a ser siempre honesto y decir la verdad en todas las situaciones. Sin embargo, pronto enfrentaría su mayor desafío.

Una tarde, durante un juego de fútbol con sus amigos en el parque, uno de ellos accidentalmente rompió una ventana con la pelota. Los amigos de Mateo entraron en pánico y comenzaron a idear planes para evitar ser descubiertos.

Pero Mateo recordó las palabras de Aurora sobre la importancia de la verdad. Decidió contarle todo a sus padres sin ocultar nada. Aunque temeroso de las consecuencias, sabía que era lo correcto.

Sus padres escucharon atentamente su historia y aunque estaban decepcionados por lo ocurrido, valoraron enormemente la honestidad de Mateo. Esa noche, cuando Mateo se acostó en su cama bajo las estrellas brillantes que iluminaban su habitación, sintió paz en su corazón.

Sabía que había tomado la decisión correcta al decir la verdad. Al día siguiente, sus padres hablaron con los dueños de la ventana rota y juntos encontraron una solución amigable para reparar el daño causado.

Los amigos de Mateo aprendieron también una lección importante sobre los valores fundamentales como la honestidad y el respeto por los demás. Desde entonces, Mateo siguió siendo conocido en el pueblo como "El niño honesto".

Y cada vez que necesitaba recordar el poder transformador de decir siempre la verdad, solo tenía que mirar hacia las montañas majestuosas o escuchar el susurro del viento entre las praderas verdes para encontrar fuerzas en su interior.

FIN.

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