La verdad de Mirko


Mirko era un niño muy especial. Era el hijo único de una pareja amorosa que lo adoraba con todo su corazón. Sus papás, Martín y Lucía, siempre se preocupaban por él y le daban todo lo que necesitaba.

Pero había algo en Mirko que los hacía sentir tristes: le gustaba mentir.

A veces eran mentiras pequeñas e inofensivas como decir que había comido toda su comida cuando en realidad no lo había hecho, o decir que había terminado sus tareas cuando en realidad las dejó a medio hacer. Pero otras veces eran mentiras grandes y serias como decirles que estaba enfermo para faltar a la escuela cuando en realidad quería quedarse jugando videojuegos.

Martín y Lucía sabían que Mirko mentía pero no sabían cómo detenerlo. Hablaban con él, le explicaban por qué era importante decir la verdad pero parecía no importarle. Hasta que un día, algo cambió.

Un sábado por la tarde, Martín llevó a Mirko al parque a jugar fútbol con sus amigos mientras Lucía se quedó en casa preparando una deliciosa cena para su familia. Después de unas horas de juego, Martín notó algo extraño en el comportamiento de Mirko.

"Hijo, ¿qué pasa? ¿Te sientes bien?"- preguntó Martín preocupado. "Sí papi, estoy bien"- respondió Mirko evasivo. Pero Martín sabía que algo andaba mal así que decidió insistir:"No me mientas hijo, sé cuando estás mintiendo.

¿Qué está pasando?"Mirko bajó la cabeza y finalmente confesó:"Es solo... es que... no quiero decepcionarlos. Sé que ustedes quieren lo mejor para mí y a veces siento que no estoy a la altura de sus expectativas.

Entonces, miento para hacerles creer que soy el hijo perfecto". Martín abrazó a Mirko con cariño y le dijo:"Hijo, nunca nos decepcionas. Eres nuestro tesoro más preciado y solo queremos que seas feliz.

La verdad siempre es mejor, incluso si es difícil de decir o escuchar. ¡Te amamos tal como eres!"Ese día en el parque cambió todo para Mirko. Comprendió que no tenía que ser perfecto para ser amado y valorado por sus papás.

A partir de ese momento, decidió siempre decir la verdad aunque fuera difícil y aunque pudiera tener consecuencias negativas. Martín y Lucía notaron un cambio en su hijo también: era más honesto, más responsable y más feliz.

Juntos aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de la verdad y del amor incondicional. Y así fue como Mirko dejó de mentir a sus papás, pero nunca dejó de ser un buen hijo.

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