La Verdad en la Playa
Era un día soleado en la playa de Ataraxia, donde las olas del mar susurraban secretos a la arena dorada. Tres grandes pensadores de la antigüedad, Sócrates, Platón y Aristóteles, habían decidido disfrutar de esta hermosa tarde, rodeados de palmeras que danzaban suavemente al ritmo del viento.
Sócrates, con su característica ironía, tomó un sorbo de agua de coco y miró a sus amigos.
"¿Qué es la verdad?" -preguntó, con una chispa traviesa en los ojos.
Platón, entusiasmado, se sentó cruzando las piernas.
"La verdad es como las Ideas, Sócrates. Es algo eterno que siempre debemos buscar. Como la sombra de las palmeras, que sólo podemos ver si miramos hacia la luz."
Aristóteles, que había estado recogiendo conchitas, se unió a la conversación.
"Pero, Platón, las sombras no son la verdad misma. La verdad está en las cosas concretas, en el mundo que podemos tocar y experimentar."
Sócrates, curioso como siempre, dijo:
"¿Entonces, si hacemos un castillo de arena, es verdad o ilusión?"
Los tres comenzaron a construir un castillo. Mientras moldeaban la arena, comenzaron a reflexionar sobre el tema. La construcción atrajo la atención de un grupo de niños que jugaban cerca.
Uno de los niños, con una pala en mano, se acercó y preguntó:
"¿Qué están haciendo, señores?"
"Estamos creando un castillo de verdad, querido niño", dijo Platón, riendo.
"¿Y eso qué significa?" -preguntó el niño, frunciendo el ceño.
Aristóteles se agachó y explicó:
"Significa que estamos tratando de entender qué es la verdad. Pero lo que construimos aquí desaparecerá con la marea. ¿Es eso verdad?"
Los otros niños se unieron a la conversación y comenzaron a cuestionar.
"¡Pero podemos jugar en el castillo, eso es real para nosotros!" -dijo una niña mientras vestía una sombrilla.
Sócrates, con su aguda mente, dijo:
"¿Y si la verdad es un juego? ¿Y si está en la forma en que lo disfrutamos?"
Los niños meditaron sobre esto mientras sonreían al ver que el castillo se alzaba más alto.
"A veces, lo que sentimos como verdad es simplemente lo que nos hace felices" -agregó Aristóteles.
"Entonces, entre las olas y la arena, podría ser que la verdad esté en el momento presente, en nuestra risa y en compartir este instante juntos." -dijo Platón, mientras todos reían y jugaban alrededor del castillo.
De repente, una ola más grande de lo habitual se acercó sorpresivamente.
"¡Cuidado!" -gritaron todos mientras la ola arrasaba con el castillo de arena. Todos miraron cómo desapareció, dejando sólo un pequeño montículo de arena.
Sócrates se rió y comentó:
"¿Ves cómo lo que era una verdad hace un momento, ha desaparecido? ¿Podemos considerarlo verdad si ya no existe?"
Una de las niñas, con sabiduría, contestó:
"Pero aunque el castillo se fue, el momento que compartimos y la alegría que sentimos aún están aquí. Por eso, creo que la verdad está en nuestras memorias."
Todos los pensamientos se encontraban en un torbellino de ideas. Platón, pensando en la chispa de la conversación, dijo:
"Podemos encontrar la verdad en lo efímero, en lo que sentimos. Tal vez debamos construir castillos en el aire, porque no siempre hay que esperar una forma concreta para hallar la verdad."
Aristóteles sonrió ante la creatividad de Platón y añadió:
"Y al mismo tiempo, también debemos recordar lo que se puede comprobar, lo que se puede tocar. Es un equilibrio entre el mundo de las Ideas y la realidad."
Y así, mientras el sol comenzaba a ponerse detrás del horizonte, tres grandes pensadores y un grupo de niños comprendieron que la verdad podría ser tan amplia como el cielo mismo. A medida que llenaban sus corazones de alegría y amistad, supieron que la búsqueda de la verdad era un viaje continuo, un juego lleno de risas, donde cada ola traía consigo una nueva lección, y que cada castillo construido en la arena era, en sí mismo, una pequeña verdad efímera e irrepetible, pero inolvidable.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.